HABLEMOS DEL LULAV
Lulav: es considerado otra de las cuatro especies (arba minim) que son utilizadas durante la festividad de Sucot.
Es conocido por todos el mandamiento donde está descrito el uso del Lulav, para esta festividad:
Y tomaréis el primer día el fruto de árboles hermosos, hojas de palmera y ramas de árboles frondosos y sauces de los arroyos, y te alegrarás delante de El Eterno tu Dios 7 días! — Vayicrá / Levítico 23:40
Ulekajtém lajém bayóm harishón perí etz hadár kapot temarím vaanáf etz avót vearvéi nájal usmajtém lifnéi Adonai Eloheíjem shivát yamim.
Aquí, el Lulav no aparece mencionado: las fuentes rabínicas han considerado como el Lulav, mediante dos aspectos:.
El primero: La rama frondosa de la palmera de dátiles, es el lulav: en la frase descrito como kapot temarim
El segundo, es la unión de esta rama de palmera, con el mirto (hadas) y el sauce (arava), en un ramillete, y es allí cuando conforman, el Lulav.
La palabra Lulav, entonces, es la que ha sido introducida por nuestros sabios, para simbolizar, tanto la rama, como el ramillete que se agita, simultáneamente.
Cuando hablamos del “primer lulav” nos referimos a la palmera de dátil (Phoenix dactylifera como lo es su nombre científico) que era la que se tenía a disposición en el territorio que hoy es el Estado de Israel, como lo describe el Shuljan Aruj, en el tratado Oraj Jaim, o el Talmud, en el tratado Suca.
Con relación al lulav como rama de palmera, fuentes como el Rabino Abraham Bartfeld, y muchos más, han opinado que NO puede ser utilizada la palma cocotera, porque el Lulav debe provenir de la rama naciente de la palmera datilera, para que tenga la forma, longitud y color apropiado.
Las condiciones para esta rama, son las siguientes: debe parecerse a una vara (recta), sus hojas deben estar en posición de “empezar a abrirse” y la hoja del medio, debe tener la punta completa.
El aspecto quizás más interesante de este lulav es que a pesar de tener ciertas cualidades para que sea válido, no requiere de la asistencia de un conocedor del tema para su adquisición, según comenta Ariel Orenstein en su libro, Comentarios al Shuljan Aruj, en el capítulo que habla de los factores que invalidan las cuatro especies.
También comenta el autor, que puede un no judío haber sido dueño de un lulav y se la presta, regala o vende a un judío para que observe la mitzvá, y esto tampoco lo invalida, a no ser que provenga de una ciudad o algo que clasifique en el concepto de asheyrá (que haya servido para idolatría) ni tampoco se clasifica como repugnante.
No hay una explicación disponible del porqué de la forma de la rama: sin embargo, se cree que las hojas de la rama deben estar unidas como están unidos los dedos de la mano.
Otra posible explicación está en que ella simboliza la espina (dorsal) de donde simbólicamente emergen nuestras acciones, que deben ser basadas en la rectitud y honestidad al 100%
Cuando hablamos del “segundo lulav”, es decir, el ramillete propiamente dicho, tenemos que tener en cuenta que La Torá nos dejó instrucciones para recogerlo, pero no especifica nada más.
Así que fueron los sabios quienes nos dieron las instrucciones para hacerlo: Todas las explicaciones proporcionadas por la tradición judía son cientos de años más viejas que la práctica misma; quizás estén relacionadas con nuestro pasado como tribus, y quizás influenciado por rituales paganos.
Las explicaciones más intuitivas del lulav (el ramillete) se refieren al agua, teniendo en cuenta que la temporada de lluvias en Israel comienza alrededor de Sucot, y que, en el Templo, en Sucot, se realizaba una ceremonia en honor a las lluvias, relacionada con el agua.
El lulav, como ramillete, está compuesto por una palma, cuyo núcleo es bastante seco; la rama de sauce del lulav se seca notablemente a lo largo de la semana, mientras que el mirto, por el contrario, conserva su aspecto fresco.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos apreciar que, cuando el lulav se agita como se prescribió, su crujido hace un ruido que suena como la lluvia, lo que podría sugerir que esta ceremonia de agitación fue concebida como un ritual que buscara que lloviera en todas partes de la tierra, para llenar pozos, ríos y lagos:
En el Talmud Yerushalami encontramos un comentario que podría insinúar este aspecto cuando describe así «… ellos vienen como intercesores por el agua» (Taanit 1: 1).
Por otro lado, y relacionado con la parte tribal del pueblo judío y su influencia tanto hacia como desde otros pueblos, este ramillete se relaciona con la fertilidad: la morfología del lulav, con sus ramas, tienen un aspecto fálico mientras que el etrog semeja una matriz, esto implicaría un acercamiento de hombres y mujeres, en las interpretaciones cabalísticas del ritual.
Así lo señala Geoff Dennis quien es rabino de la Congregación Kol Ami y enseña Cábala y Literatura Rabínica en el Programa de Estudios Judíos de la Universidad del Norte de Texas, en su libro Judaísmo, Mitos, Magia y Misticismo.
De cualquier manera, el ritual de sacudir el lulav es una parte importante y hermosa de la festividad de Sucot, e independientemente de su significado, inspira a que cualquiera de nosotros pueda tomarse el tiempo necesario para hacer una introspección y un arrepentimiento, al juntar plantas o elementos que simbolizan las partes primarias del cuerpo y que nos conectan con el Todopoderoso, ya que, al decir la bendición y al inclinarlas en las seis direcciones, estamos reconociendo que El Eterno está en todas partes alrededor de nosotros, y esto podría ser muy poderoso y muy beneficioso.
Jag Sucot Sameaj
05 de octubre de 2017 – 15 de Tishrei de 5778
Trabajo compilado por Dr. Max Stroh K, para 321judaismo.com