Ley del Talión: revisión
En algún momento habremos escuchado acerca de la Ley del Talión:
¿Qué es?
¿A qué se refiere?
La ley del Talión, conocida también como el Código de Hammurabi, es una antigua ley que habla de castigar a un agresor (de cualquier índole) causándole un daño semejante al por el producido.
Esta ley o código, se conoce de Babilonia desde aproximadamente el Siglo 17 Antes de la Era Común y su forma más común de expresar ha sido “ojo por ojo, diente por diente.”
La Ley del Talión fue difundida más adelante, por la la Torá o también conocida como Viejo Testamento, aproximadamente en el siglo 5 Antes de la Era Común, bajo esos términos, en los siguientes textos:
Éxodo / Shemot 21: 23-25
Levítico / Vayicrá 24: 18-24
Deuteronomio / Devarim 19:19-21
También aparece en los textos del Nuevo Testamento, Marcos 5:38-39
La Ley del Talión se encuentra “institucionalizada” también en el cánon del derecho germánico, donde, parcialmente modificada, se conoce como Ley de Sangre o Blutrache
Dicha ley también está en el derecho visigodo, con el nombre de Blutrache y como Wergeld, cuando se refiere a una “compensación” económica
En el islam, y más específicamente en el Corán, la ley de “ojo por ojo” se interpreta de diferentes maneras: musawa, que quiere decir «hacer algo igual a otra cosa» en algunas ocasiones interpretado como “represalia” y en otras como «justa retribución»
Por otro lado, el Islam también considera “las penas de Beccaria” donde el castigo debe ser “un poco superior” al crimen cometido, como por ejemplo cuando dice: «En cuanto al ladrón y a la ladrona, cortádles la mano a ambos en retribución por lo que han hecho, como castigo disuasivo ordenado por Allâh: pues Allâh es poderoso, sabio.» (Qur’án, surat 5, Al-Ma’ida, ayat 38)
En la milenaria práctica hindú, no hay rastros de ley del Talión. Existe la Ley del Karma en donde no por matar se acaba asesinado, ni quien roba es finalmente robado. Esta ley es el hilo conductor que preside las causas y los efectos del mundo visible e invisible. Karma no es premio ni castigo, pero expresa que todo, en algún momento, tiende a reunirse naturalmente, por atracción recíproca.
La acción, pero sobre todo la conexión interna o psicológica con el mundo y sus imperativos, irán conduciendo el flujo de nuestra vida hacia un cierto destino.
El objetivo de la ley del Karma no es castigar, sino promover la evolución del espíritu a través de la experimentación personal de las acciones que uno mismo genera.
Es como, un pensamiento benévolo se mantiene como una fuerza activa y positiva, mientras que uno malintencionado puede llegar a convertirse en una verdadera fuerza destructiva.
Relacionando este aspecto con el judaísmo, está escrito que “con la vara que midas serás medido”: si un hombre hace un mal la compensación o compensación de la ley es que sea hecho lo mismo que hizo, si el hombre hace un bien, la compensación de la ley es que le sea hecho lo mismo que hizo.
El Taoísmo tiene una forma de pensar semejante al budismo, donde el hombre debe armonizarse con la naturaleza y el cosmos, y así todo tendrá una causa y efecto y se verifica en la siguiente anécdota:
El caballo de un campesino se escapó. Ante la conmiseración de su vecino, el campesino le dijo: «¿Quién sabe si es bueno o malo?».
Y tuvo razón, porque al día siguiente el caballo regresó acompañado de caballos salvajes con los cuales había trabado amistad.
El vecino reapareció, esta vez para felicitarlo por el regalo caído del cielo, pero el campesino repitió: «¿Quién sabe si es bueno o malo?».
Y otra vez tuvo razón, porque al día siguiente su hijo trató de montar uno de los caballos salvajes y se cayó, rompiéndose una pierna.
El vecino volvió a mostrar su pesar, y recibió nuevamente la anterior pregunta: «¿Quién sabe si es bueno o malo?».
Y el campesino tuvo razón una cuarta vez, porque al día siguiente aparecieron unos soldados para reclutar al hijo, pero lo eximieron por encontrarse herido.
Tampoco en la milenaria práctica del confusionismo, aparece la Ley del Talión: el concepto es el de la rectificación, que se logra mediante el estudio y la introspección.
Ambos, le dan al hombre la capacidad ver qué hay de bueno dentro de sí y desarrollarlo. Cuando esto sucede, la rectificación de las cosas se logra y no requiere de castigos ajenos.
Con el correr del tiempo, la ley de talión cayó en desuso, principalmente porque se volvió inaplicable en muchos casos: se tornó obsoleta gracias a las diferentes formas de organización social que se fueron creando en los pueblos y naciones; por ejemplo, el judaísmo, después de la destrucción del Segundo Templo y la aparición de la época Talmúdica, esto ayudó a que ella quedara atrás.
Por ejemplo, legislaron para que existiera un pago, es decir, una indemnización económica en caso de mutilación o daño físico.
Para ello, establecieron una escala de retribución en función del dolor físico ocasionado, la pérdida económica (en los casos en que no podían seguir trabajando), el costo de los medicamentos y curaciones, y del estigma que les producía la pérdida de un miembro.
En el cristianismo se reemplazó por el concepto de “Al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra […] amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen”
Vemos como entonces, el tiempo, fue el encargado que se crearan nuevos sistemas para impartir justicia.
En lo sucesivo nadie pudo tomar la justicia por sí mismo. Debió acudir al juez a que la haga. Y así se superó progresivamente una práctica que conducía, por medio de la represalia, a los peores extremos, en la mayoría de las naciones del mundo.
Recopilado para 321judaismo.com por Dr. Max Stroh K
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25 de Agosto de 2017 – 3 de Elul de 5777
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