La frustración y El Eterno
Imaginémonos esta situación: acabamos de comprar un automóvil nuevo y lo estamos conduciendo con destino a nuestro hogar para mostrar, orgullosamente, la nueva adquisición: llegando a un semáforo nos detenemos gracias a la luz roja; sin embargo, por poca precaución un automóvil impacta por detrás a nuestra adquisición, lo que ocasiona un daño importante en la estructura del auto.
Esto nos hace enfurecer, hace que nuestro “lado salvaje” se manifieste y quiera acabar con aquella persona que nos destrozó el automóvil: quedamos “ciego” por nuestras emociones y la frustración y la ira se apodera de nosotros.
Sin embargo, del otro automóvil surge un individuo con apariencia de “malas pulgas”, de gran estatura y físicamente corpulento…
En ese momento “desaparecen, como por arte de magia,” todos los pensamientos que llevábamos antes de salir de nuestro vehículo:
“Disculpe señor: ¿tiene usted seguro? Sería, lo más probable, nuestra forma de actuar…
¿Qué sucedió en ese preciso instante?
¿Cómo se explica la desaparición del odio y la frustración?
Nosotros, tenemos la capacidad de controlar nuestras emociones sin importar que tan complicada sean las situaciones ni el cómo se nos presentan, podemos dejar a un lado el enojo, la ira, la frustración y otros sentimientos complejos como ellos y como muestra de eso tomamos el consejo que encontramos en Mishlé / Proverbios 22:24 que nos dice: No te entrometas con el iracundo ni te acompañes del hombre de enojo, no sea que aprendas sus mañas.
Al titrá et báal af veét ish jamót lo tabó
Para todas nuestras experiencias y nuestras actuaciones encontramos métodos, orden, que se presentan, paso a paso. Lo primero que tenemos que hacer, cuando nos enfrentamos al enojo y a la frustración, que es lo que estamos hablando, tenemos que reflexionar acerca de su productividad y efectividad: ¿Cómo lo vamos a hacer? Resulta que, si en medio de esta sensación encontramos una”pequeña vocecita” que nos inspira a mantener la frustración, preguntémonos, ¿Qué beneficio tendré con ello? ¿Saldré bien librado? O simplemente ¿terminaré avergonzándome a mí mismo?
Veamos que dice Shlómo en su libro de Kohelet / Eclesiastés:
“Quita pues tu corazón del enojo”
¿Por qué? Porque si pudiéramos ver en una reproducción de video cómo nos vemos y cómo quedamos después de una intervención realizada con frustración y enojo, estaríamos o podríamos sentirnos tan humillados, que muy seguramente evitaríamos repetirlo, nuevamente.
¿Cuál podría ser el evento más frustrante? Tal vez, para muchos de nosotros, sería, perder el tiempo: ello nos ha sucedido quizás más de un centenar de veces, como cuando estamos detenidos en una línea, que no se mueve, y más aún, si existe una línea paralela y ella si lo está haciendo.
Pero cuando estamos en un lugar paradisíaco, como en una playa o una montaña disfrutando de un inigualable paisaje, podemos estar horas sin hacer nada, y disfrutarlo… pero luego de unos días en la misma rutina, ya no sabemos qué hacer.
Eso también es frustración
Como también lo puede ser comprar un rompecabezas de muchísimas piezas, y cada una de ellas viene en una secuencia numérica, que nos facilita el armado de dicho rompecabezas… o en el caso contrario, que haya un hueco en una de las zonas, y no encontremos la pieza que allí calza.
La frustración nos acompaña a cada momento y podemos suponer que ha sido colocada allí, en ese preciso lugar y en ese justo instante, por El Todopoderoso, y parece “condimentar” nuestras vidas, trayéndonos momentos de relajación y de tensión: momentos de desafío y de tranquilidad.
El libo de Mishlé/Proverbios de Shlómo nos dice: “La persona justa cae siete veces y siete veces se levanta, mientras que las personas malvadas sólo caen una.” La persona que cae y se levanta cada vez es una persona “grande” que ve la frustración como una molestia “pasajera” y por ello nunca se rinde, llegando a tornarse, como lo dijimos antes, en una “persona grande” porque trabaja con ella y no se rinde ante ella; porque mientras más grande es el desafío, más alto puede llegar.
El Eterno provee el desafío; El Eterno nunca le da a una persona un desafío que no pueda manejar, lo que le coloca a esta situación como “realizable”, de la misma manera como lo haría cualquier entrenador en cualquier actividad física, que nos estimula a “saltar cada vez más alto” con el fin de triunfar y no de fracasar… El quiere que seamos exitosos, que no nos quedemos atrás, que no digamos “no puedo”. El decir no puedo hace parte de aquellas personas que no desean el éxito y les crea un hábito que podemos comparar con la idolatría que solo va a aumentar la frustración, negativamente y nos lleva a “hundirnos” y que allí probablemente estemos más acompañados del Yetzer HaRá, que de las mismas garantías que brinda el éxito y la satisfacción de ver cumplidas las metas.
Miremos las cosas desde este punto de vista: La vida es una serie de oportunidades, nunca de problemas: es por ello que mientras más nos propongamos vencer la frustración y más capacitados nos sentimos para ello, más alta va a ser la vara que nos permitirá saltar más alto; eso quiere decir que vencer la frustración es parte del camino de los triunfadores, material y espiritualmente hablando: aquellos que renuncian nunca serán ganadores y aquellos que son ganadores, por lo general, nunca pierden, puesto que están convencidos que esta ”pérdida” es solo un paso más en la carrera de algo mejor.
¡NUNCA RENUNCIES!
Ninguna meta puede ser vista como algo imposible de alcanzar: sin embargo, hay que tener en cuenta que hay metas: Nunca va a ser lo mismo una carrera de 3 horas consecutivas, que dieciocho pequeñas intervenciones de diez minutos; por lo tanto, un comienzo con metas pequeñas, es un consejo inevitable.
¡Regañémonos!: que en el ejemplo anterior, cuando llevemos cinco minutos y veamos que estamos por rendirnos, propongámonos otros “cinco minutos” para que ello nos impida renunciar y que la frustración “gane la batalla” porque ello hace parte de una actitud destructiva.
No digas: No vale la pena…
Di mejor: Vale la pena y continuaré superando la frustración.
- No renunciemos porque cuando lo hacemos, perdemos la credibilidad y la confianza ante nosotros mismos: es mejor considerar como lema de batalla el hecho que “voy a sobreponerme a la frustración”
- Aceptemos y amemos la frustración como una parte de nosotros para poder lidiar con ella de la mejor manera posible.
- Hagamos todo paso a paso, aunque cada movimiento sea pequeño o parezca insignificante.
- Tomemos como costumbre que cada esfuerzo que realizamos, lo hacemos con placer.
- Nunca nos enojemos, porque en ese momento estamos “escuchando al jefe equivocado”
- El camino hacia la grandeza, material y espiritual está siempre lleno de baches que están representados por la frustración: aprendamos a llegar a ella, con el vehículo apropiado.
- Cada noche, hagamos una revisión de ¿Dónde ganamos y dónde perdimos? Con ello estamos seguros que vamos marcando resultados y al ver resultados, por pequeños que sean, permitirán que se aumente la confianza en nosotros mismos, y podamos mantener el camino apropiado.
- Cuando estamos convencidos que el desafío a través de los diferentes mecanismos de frustración, es provisto por El Eterno, estaremos convencidos que podremos lograrlo.
09 de Nisan de 5772 – 01 de abril de 2012