Lavado de manos
El lavado de las manos, de manera ritual, dos veces, hasta la muñeca, debe ser la primera actividad de la mañana y, pronunciando la bendición siguiente:
Baruj ata Adonai Elohenu mélej haolam, asher kideshanu bemitzvotav vetzivanu al netilat yadáim.
Bendito eres Tú, Eterno, Rey Nuestro. Soberano del universo, que nos ha santificado con Tus mandamientos y nos ha ordenado con respecto al lavado de manos.
Después de efectuar las necesidades fisiológicas hay que realizar el lavado de manos, en la forma indicada anteriormente, es importante- la higiene- para la buena salud, y debe repetirse cada vez que se efectúen las necesidades fisiológicas.
Cuando se haya realizado el secado las manos se pronuncia la bendición siguiente en la que se agradece al Todopoderoso por crear y mantener el cuerpo humano en buen estado:
Baruj atá Adonai Elohéinu mélej haolám, asher yatzár et haadám Bejojmá ubará bo nekabim nekabím jalulím jalulím.
Galúi veyadúa lifné jisé jebodéja, sheim yisatém ejád mehém o im yipatéaj ejad mehém, íefshar lehitkadem afílu shaá eját.
Baruj Atá Adonai, rofé jol basár umaflí laasót.
Bendito eres Tú, Eterno, Rey nuestro, Soberano del universo, que ha creado al ser humano con sabiduría y ha formado en su cuerpo orificios y cavidades,
Revelado y sabido es delante de Tu trono de gloria, que si uno solo de ellos se obstruyese o se abriese, no sería posible existir ni una sola hora,
Santo y Albado eres Tú, Eterno, que cura a todas las criaturas y actúa maravillosamente.
En la mañana después de haber efectuado las necesidades fisiológicas y haber realizado el lavado de manos, se pronuncian las siguientes bendiciones en la que se agradece al Eterno por la vida y el buen orden de las funciones corporales:
Elohai, neshamá shenatáta bi tehorá, atá beratá, atá yesharta, atá nefájta bi, veatá meshamerá bekirbí, beatá atid litelá miméni ulhajzirá bi le´atid labó.
Kol zemán shehaneshamá bekirbí, modé (la mujer dice: modá) aní lefanéja, Adonai elohái Velohé, abotái, ribón kol hamaasím, adón kol haneshamót.
Baruj Atá Adonai, hamajazír neshamot lifgarím metím.
Elohái: el alma que tú me has dado es pura. Tú la has creado. Tú la has formado; Tú me la has insuflado en mi interior. Y Tú la tomarás de mi algún día y me la devolverás en el tiempo por venir.
Mientras mi alma subsista dentro de mí, yo te agradezco, Eterno, mi Rey y Señor de mis padres, Señor de todas las obras, Amo de todas las almas.
Alabado eres Tú, Eterno, que devuelve las almas a los cuerpos muertos.
ANTES DE CADA COMIDA entonces se repite la primera oración que esta descrita
Con ello se cumple, en forma casi que al 100% el mandamiento del lavado de manos
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