Los diez mandamientos
De los diez mandamientos y el matrimonio, ya revisamos los dos primeros.
Ahora analizamos el tercero
Tercer mandamiento
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No Pronunciarás el Nombre de Adonai en Vano
No hables innecesariamente o sin sentido de tu pareja.
A veces, tendemos a menospreciar a nuestras parejas, hablando, a veces de una manera poco seria sobre ellos.
¿Por qué sucede esto?
¿Acaso tiene esto algún sentido o extraemos algo positivo de esta clase de comentarios?
Veamos un ejemplo: una pareja va de compras al supermercado.
Mientras esperan en la caja la esposa se da cuenta que se había olvidado de comprar algo.
Ella dulcemente le pide a su devoto esposo si puede volver al sector de góndolas a buscar sus cereales preferidos.
Mientras ella observa como su marido va explorando las estanterías en busca de los cereales (que ella olvidó de comprar), pasando por los lácteos, congelados, frutas, verduras y artículos de limpieza, se da vuelta y le dice a la señora detrás de ella:
«¡Así son los hombres!».
La pregunta es ¿Qué conseguimos con este comentario?
¿Qué sentido tiene esta condescendencia, que lo único que lograr ofender a quien comparte la vida con nosotros?
Todos necesitamos, de tanto en tanto, compartir nuestros sentimientos con alguien.
Esto nos ayuda a ver que no somos los únicos que debemos lidiar con ciertos problemas, nos alivia y nos muestra que hay ciertas conductas que no son cuestiones personales que debemos tomar a pecho.
Es por esto que yo siempre recomiendo que la persona debe tener un consejero (mashpia), un buen amigo, alguien con quien poder compartir sus sentimientos.
Todos necesitamos abrir nuestro corazón de tanto en tanto.
Es saludable compartir nuestras emociones con alguien de confianza con quien podamos discutir en forma privada aquellos sentimientos que nos aquejan.
Estas charlas y comentarios son las que «no son en vano».
Son charlas en las que hablamos de una manera respetuosa, tienen un objetivo y no son conversaciones frívolas que lo único que logran es ofender a nuestras parejas.
Otro ejemplo:
Una pareja que llevaba un año de casados, estaban asustados porque habían escuchado rumores de que en la ciudad natal de la esposa se comentaba que ellos estaban a punto de divorciarse.
El problema fue que ellos habían sido los últimos en enterarse. No había ni una pizca de verdad en este rumor, con lo que rápidamente se pudo resolver el misterio.
Ellos se encontraban viviendo en Israel, justamente después de que se casaron y ambos tenían que adaptarse a una vida completamente nueva, un idioma extranjero, y una cultura completamente distinta.
Ella estaba lejos de casa y de sus afectos.
Al mismo tiempo debían acostumbrarse a la nueva vida de estar casados. Esto es siempre un gran desafío, y por supuesto había momentos en los que las cosas se hacían difíciles.
Esta situación se presentó luego de que ella, telefónicamente, le comento a una amiga, que se estaba enfrentando a una situación muy difícil; le dijo que su amiga se sentía muy afligida en su matrimonio y deseaba volver a su hogar.
El rumor, por consiguiente, no tardó mucho en diseminarse por toda la comunidad.
Lo que realmente nadie había visto era como la joven esposa se las había arreglado, a su manera, y de hecho bastante bien para llevar adelante la vida con su nuevo esposo en Israel.
Afortunadamente esta pareja, aprendió la lección.
Nuestros temas privados sólo debemos comentarlos con un objetivo claro, y a personas de confianza.
Debemos ser muy cuidadosos en la elección de la persona con la cual vamos a compartir nuestras dificultades, debemos elegir el momento y lugar adecuados.
Fin del tercero de los diez mandamientos y el matrimonio
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