Reflexión presentada por Zelda Schneurson Mishkovsky, poeta israelí,
Traducida al español y adaptada por Dr Max Stroh Kaufman.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, que Dios nos ha dado,
y fue lo que nos asignó nuestro padre y nuestra madre.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, que nos da nuestra estatura.
y por nuestra forma de sonreír, y es dado a nosotros por nuestra vestimenta.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, que nos lo dieron las montañas,
y nos lo refuerzan nuestras paredes.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, que nos dan los planetas,
y es dado a nosotros por nuestros vecinos.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, dado por nuestros pecados,
y es dado a nosotros por nuestros anhelos.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, que está dado por nuestros enemigos,
y es dado a nosotros por nuestro amor.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, y está dado por nuestros días de ayuno,
y es dado a nosotros por nuestro oficio.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, dado por las estaciones del año,
y es dado a nosotros por nuestra ceguera.
Cada uno de nosotros tiene un nombre, que nos es dado por el mar,
y es dado a nosotros por nuestra muerte.
06 de septiembre de 2020. – 18 de Elul de 5780