Las diez plagas de Egipto
A propósito de las plagas en Egipto, que las acabamos de ver en la parashá, algunos de nuestros sabios nos suelen contar una versión muy distinta a la que tradicionalmente nos hemos acostumbrado a pensar o suponer acerca de cómo ocurrió la segunda plaga en Egipto, es decir, la plaga de las ranas;
Ellos citan a Rashi, y a su vez, fuentes rabínicas que él mismo tomó, contándonos que del rio Nilo, en un principio, sólo emergió una sola rana.
Los egipcios, que estaban en ese momento y, no estaban acostumbrados a la presencia de este animal, trataron de matarla a golpes, pero sucedía que con cada golpe que la rana recibía, otra de ellas aparecía, multiplicándose así, cada vez más.
A ello se le fueron añadiendo cada vez, más egipcios intentando acabar con las ranas a golpes, pero sólo lograron que el país se inundara de ellas…
El Gaón Steipler analizaba esta posición, encontrándola un poco difícil de creer, desde el punto de vista que los egipcios.
Ellos mismos, estaban dándose cuenta que no lograban su cometido de destruir la rana, con los golpes, porque con cada uno de ellos lo que hacía era aumentar su número, en cantidades cada vez mayores…
Es decir, sus esfuerzos resultaban en un fenómeno contrario a sus intenciones y se preguntaba:
¿Por qué ellos no aprendían la lección y se abstenían de golpear las ranas, después de que se daban cuenta de ese resultado tan desastroso?
El mismo Gaón respondió esta inquietud basado en el principio de la destructividad de la ira:
¿En qué consiste dicho principio?
Cuando una persona es agredida, (verbal o físicamente) o incluso ofendida, su primera reacción suele ser la de “buscar venganza” a dicha ofensa o agresión,
Esto entonces resulta en una respuesta hacia el agresor, que suele ser de igual o mayor magnitud a la recibida.
El agresor, entonces, nuevamente responde con otra agresión ofensa o insulto, y así sucesivamente, lo cual haría que se forme un círculo vicioso entre estos dos personajes…
Con el riesgo de tener consecuencias funestas en cualquiera de los involucrados.
De igual manera, cuando los egipcios de vieron amenazados por las ranas, su reacción instintiva fue la de atacar; lo que ocurrió fue, que las ranas se iban multiplicando, obligando a los egipcios nuevamente a golpear una y otra vez; como esto fallaba, continuaron reaccionando en una forma cada vez más agresiva, con más ira causando que todo Egipto se viera inundado por esta peste.
Aprendemos
Aprendemos de esta reflexión la naturaleza destructiva y dañina de la ira y cómo ella puede hacer que una persona actúe de una manera también fuertemente autodestructiva.
Para muchos estudiosos de la Torá, del comportamiento humano, sicólogos, sociólogos trabajadores sociales, etc. es importante profundizar en el hecho de por qué una persona puede llegar a actuar de un modo tan aparentemente tonto e insulso.
Cuando alguien es atacado, ofendido o agredido verbalmente, los sentimientos que se generan en el ofendido, son usualmente variables.
Pero el que más nos concierne es aquel que transforma su actitud general revelando de esta forma, todo tipo de sentimientos negativos, los cuales se transforman, a su vez, en una serie de argumentos que van a permitir la interacción, usualmente ruda, con el agresor.
Por otro lado, el agresor, que está preparado para “sufrir las consecuencias” de dicha reacción, se encarga de perpetuar un círculo vicioso muy dañino y muy perjudicial, cuando se cae en esta trampa provocada por los sentimientos.
Cuando esto no ocurre, es porque el agredido, ha requerido de un gran esfuerzo y un gran autocontrol, que rompe la posibilidad de caer en dicho círculo vicioso.
Y nuestros sabios dicen que esto puede involucrar hasta la manera de cómo se va a interactuar con el Creador;
Yetzer HaRa
Todo esto que mencionamos, es lo que conocemos como el Yétzer HaRá.
Uno de los muchos libros que tenemos de referencia y estudio, el Midrash Tanjumá nos relata una parábola en la cual un joven, estaba seriamente preocupado por el problema del alcoholismo de su padre…
En una ocasión vio que algunas personas estaban atacando a un borracho que se había quedado dormido en la acera de la calle: lo estaban golpeando con piedras y palos, tan seriamente que parecía que fueran a acabar con la vida del hombre en cuestión.
Preocupado, trae a su padre para que observe dicha escena y entendiera la degradación a la que lleva el alcohol
Y ¿qué hizo el padre?
Le preguntó
¿Dónde consiguió ese tipo de vino que le permitió quedarse dormido en cualquier esquina?
El joven, aterrado, le dijo a su padre que él lo había traído para que observara hasta donde se puede humillar una persona cuando estaba ebrio, con la esperanza de que dejara de beber.
Sin embargo, su padre lo único que resolvió contestar era que “el placer más grande de su vida estaba representado en la bebida.
Entendemos que…
En este caso lo que vemos es a un padre que está intelectualmente preparado para comprender el daño que causa en él la bebida, sin embargo, está más preocupado por el placer inmediato que obtiene de ella bloqueándolo y encegueciéndole ante el daño general que ella causa.
El yétzer HaRá, o sea, la inclinación hacia el mal, ciega a las personas en su comportamiento, tanto a corto como a largo plazo.
Afecta cualquier tipo de relación en el que se incluye, por supuesto, la que se tiene con El Todopoderoso.
Sea que las reacciones ante los estímulos se manifiesten como respuestas destructivas o adictivas, o se hagan presentes en cualquiera de las otras áreas del comportamiento y del ser, es importante que una persona aprenda que tiene que enfocarse en el desarrollo de su potencial.
¿Cómo se hace esto?
Hay que “atravesar” por dos fases:
La primera de ellas:
Es la que permite hacer un reconocimiento intelectual de los modos de acción y reacción a los cuales habitualmente se está acostumbrado a tener y qué tipo de deterioro o detrimento puede tener en las personas y en el entorno.
Para utilizar un ejemplo, podemos mirar como el gritar, con ira, al cónyuge a un hijo, e incluso a un amigo, puede producir una sensación de placer o felicidad.
Pero, este es un placer ilusorio que el Yétzer HaRá nos la crea, y es la que, a largo tiempo, deteriora cualquier tipo de relación.
Situación que nos da felicidad placentera…
Pero que es la que se debe aprender a conocer en esta etapa, para procurar reprimirla.
La segunda etapa:
eEs aquella que permite anticiparse a cualquier situación de dificultad antes de que ella ocurra, de tal manera que se pueda estar preparado intelectualmente para no ser arrastrado por la emoción en el momento de su ocurrencia.
¿Entonces?
¿Cómo puede ser anticipado?
Por ejemplo en la situación de ira, aprender a tener un rostro sereno para cuando la persona sea ofendida o agredida,
Se traduce en que, a la vez que permitirá cierto grado de desconcentración en el agresor…
Y en la misma persona ayudará a que no responda de manera que permita agravar la situación.
Posteriormente podríamos hablar de un fenómeno de internalización de los sentimientos, que ayuden a tomar conciencia y a su vez permitan reaccionar de una manera tranquila y mesurada.
Esto no es una tarea fácil,
Pero en la medida que se logre dominar al Yetzer HaRá, en la medida que también se logren dominar las reacciones y se internalicen una serie de procesos, la reacción va a ser más calmada, tranquila y menos destructiva.
Concluimos…
La plaga de las ranas nos deja la enseñanza acerca de la naturaleza destructora de la ira y como ella se centra en resultados, primordialmente, a corto plazo.
Es por ello que lo que nos quiere enseñar el Gaón Steipler con su forma de analizar la respuesta de los egipcios y que aprendamos a controlar nuestras reacciones para nuestro bienestar.
29 de Tevet de 5772 — 24 de Enero de 2012