Oración diaria de un arquitecto:
¿Cómo podría ser la mejor oración diaria de un arquitecto, adaptada al punto de vista judío?
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- Oh Creador de todas las cosas, ayúdame.
- En Tu eterna providencia, me has escogido a mí para cuidar el bienestar del hombre a través de la vivienda y las obras que ejecute.
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- Hoy, como todos los días saldré al mundo de tu mano que me guía para vagar por la senda que conduce al éxito y la felicidad.
- Yo no pido ni oro ni prendas pero si que tu voluntad me guíe para que pueda adquirir la habilidad necesaria para aprovechar mis talentos.
- Yo ahora me encuentro dispuesto a aplicar y dedicarme, por mí mismo, a los oficios de mi profesión. Auxíliame, Eterno, Todopoderoso, en esta gran labor que puede beneficiar a toda la humanidad, para la cual, sin Tu ayuda, nada tendrá éxito.
- Que mi relación con clientes, contratistas y cualquier otro profesional esté regida bajo el concepto de amor al prójimo.
- Que mis obras, dondequiera que se encuentren, generen el menor impacto medioambiental posible, por el beneficio de todas las criaturas
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- Señor, has enseñado al león y al águila cómo cazar y prosperar con dientes y garras. Enséñame a cazar con palabras y a prosperar con diseños para que yo pueda ser un león entre los hombres y un águila en el mercado sin pretensiones ni orgullo.
- Ayúdame a permanecer humilde a través de los obstáculos y fracasos pero no ocultes de mi vista el premio que acompañará a la victoria.
- No permitas que la sed de lucrar, la ambición por la fama, el reconocimiento y la admiración interfieran con mi profesión.
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- Asígname tareas en las que otros hayan fracasado pero guíame a arrancar las semillas del éxito de sus fracasos.
- Confróntame con temores que templen mi espíritu pero dótame de valor para reírme de mis dudas.
- Dame los días necesarios para alcanzar mis metas pero ayúdame a vivir este día como si fuera el último.
- Guía mis palabras para que den frutos pero sella mis labios para que no diga tonterías y nadie sea calumniado.
- Llena mi alma con gentileza y calma para cuando los colegas mayores, orgullosos de su edad, deseen desplazarme, rechazarme, o con mala gana y voluntad me quieran enseñar, cosas erradas.
- Permìteme llegar también a una edad avanzada sobre esta tierra, para disfrutar con modestia absoluta, las obras logradas durante el ejercicio de mi profesión.
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- Disciplíname en el hábito de intentar e intentar de nuevo pero muéstrame la manera de hacer uso de la ley de los promedios.
- Favoréceme con el estado de alerta para reconocer las oportunidades pero dótame de paciencia para concentrar mi fortaleza.
- No permitas que nunca me distraiga.
- Que ningún pensamiento extraño distraiga mi atención de mis labores y que mi mente se concentre en los proyectos que me ayudarán a crear y moldear fantasías para aquellos que me las solicitan.
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- Báñame de los buenos hábitos para que los malos se ahoguen pero concédeme compasión ante la debilidad de los demás.
- Házme saber que todas las cosas pasarán pero ayúdame a contar mis bendiciones de hoy.
- Expónme ante el odio de aquel que es extraño pero llena mi copa de amor para convertir a los extraños en amigos.
- Todas estas cosas sean por tu voluntad.
- Déjame llegar a ser todo lo que planeaste para mí cuando fui sembrado como semilla y seleccionado por ti para germinar en la viña del mundo.
- Dame la Fortaleza necesaria para esta gran misión con la cual yo puedo beneficiar a la humanidad, para lo cual, sin Tu ayuda ni la más mínima cosa llegará a lograr su objetivo ni tener el éxito requerido.
- Ayuda a este humilde arquitecto. Guíame, Señor.
- Amén
Adaptación libre del texto de «A Salesman’s Prayer» del libro “The Greatest Salesman in the World.” de Og Mandino