La felicidad de la muerte(*)
¿Qué es la muerte? Quizás la mejor respuesta es en otra pregunta: ¿Qué es la vida?
La vida es la integración del alma y del cuerpo – el yo y su vehículo físico – en una sola entidad.
La muerte es la disolución del cuerpo y el alma en dos entidades separadas – una separación del yo espiritual de la que alguna vez fue un vehículo para ese UNO
La muerte es una situación que tenemos que lidiar con esto porque es una circunstancia inevitable de la vida..
Dijo Chateaubriand: “La muerte es más dura asumirla que padecerla.”
La muerte es una crisis inevitable de la vida.
La forma como un hombre se maneja la idea de la muerte indica mucho sobre la forma en que enfoca la vida; y del mismo modo como existe una forma de vida judía, hay una forma judía de la muerte.
Cuando hablamos de la manera judía de la muerte, ello implica una serie de actitudes muy particulares para con El Eterno y para con la naturaleza, y hacia el problema del bien y el mal, y ofrece una manera distinta de demostrar cualidades específicas judíos de reverencia al hombre y el respeto por los muertos.
Otra forma de ver la muerte la podríamos considerar como un No a la vida que nos da el Todopoderoso, quien, actuando de la misma forma como un padre suele a veces hay que decir que no algo de su hijo, y sin importar lo mucho que le pide una respuesta positiva, y, ante lo cual el niño no puede entender por qué de este negativismo, nosotros los hijos de El Eterno, sus niños, no podemos entender por qué El, en este preciso instante, dijo que no, pero aceptamos su voluntad.
La muerte es, entonces, un límite natural e irremediable. Es el final de un camino, al cual todos llegaremos: Hombres, animales, reptiles, aves e incluso las flores. Es el ciclo normal de toda la creación.
En la Biblia, Libro 2 de Samuel 17 se narra un episodio perteneciente a un fragmento de la vida de David, y que sirve para ejemplificar cómo se practicaba el culto a la vida y se eludía la idolatría de la muerte.
«Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente.
Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.
Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.
«Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía le hablábamos y no quería oír nuestra voz; ¿Cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?”
Más David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.
Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró en las casa de Jehová, y adoró.
Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan y comió.
«Y le dijeron sus siervos: ‘¿Qué es esto que has hecho?
Por el niño viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él te levantaste y comiste pan.
“Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño?
Más ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar?
¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí.
En otro texto del Talmud, Shemot Rabá, 48,1, se relata un midrash hermoso:
«Dos barcos surcan el mar.
Uno zarpa del protegido puerto hacia un destino desconocido, el segundo regresa de un viaje azaroso.
Cuando el buque llega a su puerto, el pueblo se regocija. Así es también la vida, sin embargo, nos alegramos cuando el nacer envía al niño a realizar el incierto viaje de la existencia….
¿No habremos de alegrarnos cuando el barco alcanza, finalmente, el seguro puerto de la paz de Adonai?»
Esta es una hermosa analogía que intenta repasar sobre el mismo concepto
Ben Siraj, en el The rabbi’s Manual relata lo siguiente:
“No temas la muerte, estamos destinados a morir. Compartimos con todo lo que tiene vida, con todo lo que siempre será.
Llora la muerte, no ocultes tu pesar, no reprimas tu lamento. Pero recuerda que la tristeza continua es peor que la muerte.
Dado que la muerte es descanso, deja su recuerdo descansar y consuélate cuando el alma parta. Porque la muerte es mejor que una vida de penas y el descanso eterno mejor que la enfermedad continua”.
Tal vez esta sea una de las mejores descripciones relacionadas con la felicidad de la muerte
Muchos han llorado y continuarán llorando con la muerte de alguien, como lo hizo el pueblo judío cuando Moshé falleció.
Esto porque la simple idea de la muerte es atemorizante o incluso insoportable para muchos, pero, en el momento de la muerte, para el judaísmo y otras religiones que creen en la vida eterna, es el momento en el que El Todopoderoso, que es todo amor, se nos revela de una manera particular, y es allí donde todos los temores se desvanecen como nubes expulsadas por la tormenta.
Entonces, todas las imágenes falsas que yo tenía acerca de lo que era la vida y la muerte empiezan a cambiar, radicalmente.
El se encargará de mostrarme los caminos de una felicidad que va más allá de mi entendimiento, y que me llenaría de satisfacción, completamente.
Entonces, entraré en una nueva esperanza, un nuevo sentir por el que caminaré dispuesta a cambiar todo en mi vida: tendré felicidad en mi muerte.
(*) Nota de la redacción: a propósito del tema, hay un libro de Albert Camus titulado “La muerte feliz”
24 de agosto de 2013 – 18 de Elul de 5773