¿Puede una oración (tefila) cambiar un destino?
Si hablamos de la tefila, recordemos que hace muy pocos días terminó Yom Kipur, dia en el cual cada uno de los judíos oramos por haber quedado inscrito en el libro de la vida y del perdón, de la parnasá tová y de unas buenas condiciones para el año que comienza: hemos hablado y nuestros sabios nos insisten en la Teshuvá (un arrepentimiento sincero) como un mecanismo para ello, y la teshuvá debe estar acompañada de una oración (tefila) “que nace del corazón”;ante una situación de esta, muchos de nosotros podemos vernos enfrentados a un momento en el cual nos preguntamos a nosotros mismos “¿Cómo lo hago?” o podemos decir “Yo no soy capaz — no sé qué decir” …
La literatura judía nos trae muchos ejemplos para entender cómo debemos orar, como orientar la tefila, especialmente en momentos en los cuales queremos o deseamos “cambiar un decreto” y sentimos que la “lectura como la del loro” no nos va a brindar una gran ayuda, y por ello existe la Hitbodedut…
Veamos algunos ejemplos:
Erase una vez, una señora que se encontraba sentada al lado de su hijo el cual estaba a punto de fallecer. Ella, estaba llorando y abriendo su corazón, le suplicaba a Hashem.
Ella supo de la visita de un rabino de altos méritos espirituales, a su ciudad, por lo cual le pidió a su marido que fuera a buscar una tefila y más especificamente, una brajá (bendición) de su parte.
El hombre se levantó y se dirigió al sitio donde el rabino se encontraba alojado. Después de explicarle al Gabai (asistente del rabino), la urgencia de su visita, este le dijo que se sentara y esperara; mientras tanto, él entraba donde el rabino para hacerle saber el motivo de su visita.
El Gabai golpeó, y abrió la puerta del estudio del Rabino, quien inmediatamente le ordenó que se fuera. El Gabai volvió hacia el hombre y le dijo que esperara. Pasó una hora. El hombre, de nuevo le suplicó al Gabai, diciéndole: «Mi hijo ya puede estar muerto. Por favor ayúdame».
El Gabai regresó al estudio del rabino, pero este, nuevamente le pidió que esperara.
El Gabai regresó donde estaba este hombre y le dijo que el rabino nuevamente le había mandado a que esperara. Mientras tanto, de vuelta a casa, la madre seguía abriendo su corazón y suplicándole a Hashem. Poco tiempo después, la puerta del estudio del rabino se abrió, de par en par.
El rabino, entusiasmado, salió y le dijo al hombre que todo estaba bien, que el niño está bien, y que él debía ir a casa. El rabino le advirtió, con estas palabras: «Las simples y sencillas tefilot de su esposa acaban de alcanzar el trono celestial” (Kisei hakavod).
Este hombre se asustó tanto, que, luego de agradecer al rabino, regresó rápidamente a su casa. El Gabai, mientras tanto, le pidió al Rabino que le explicara lo que acababa de suceder. Y ante ello el Rabino le dijo al Gabai «observé en los cielos que el bebé estaba destinado a morir y no había nada que hacer, pero a causa de tefilá de la madre, el decreto fue cambiado.
Hashem desea nuestra fe sencilla en él, creyendo que él puede hacer cualquier cosa. La señora dijo con sinceridad: «Por favor, Hashem, mira hacia abajo a mi bebé. Mira lo mucho que está sufriendo. Por favor, ayúdalo a él.
Esta sencilla tefilá pudo cambiar el decreto. El niño creció y vivió una larga vida con Hashem, la Torá y las mitzvot.
Otro ejemplo de la literatura lo encontramos en los siguientes párrafos:
Un hombre, que se llamaba Joshua, habló con el profeta Eliahu y le preguntó: «Maestro, ¿puedo permanecer contigo por un tiempo, observando cómo creas los milagros e interactúas con el mundo?».
El profeta respondió: «Sí, puedes venir conmigo, pero, con una condición: No hagas preguntas y sólo observa».
Este hombre accedió a dicha solicitud, y ellos comenzaron a viajar por muchos pueblos: en uno de ellos, llegaron a la casa de una familia muy pobre, que derivaba su sustento de lo que obtenían de su única vaca. En la mitad de la conversación, Eliahu sacrificó a la vaca delante de los ojos de todos los asistentes. El hombre quería cuestionar lo que el profeta estaba haciendo, pero él, le recordó que habían hecho un pacto de “no preguntas».
De allí, se dirigieron a una segunda visita. Llegaron a una casa que pertenecía a un hombre muy adinerado pero muy poco educado y de muy malos modales, hasta el punto de llegar a decirle que: «ya que están aquí, los alimentaré, pero vayan y siéntense en el cuarto de los sirvientes.
Les daré pan, agua y sal para que coman, no porque quiera darles, sino porque no tengo opción. Debo seguir una tonta costumbre social que me obliga a compartir».
Después de haber comido, Eliahu le dijo a su anfitrión: «Entiendo que las paredes de tu casa se están desmoronando.
Es por ello que te bendigo para que la casa sea reparada y tengas en ella todo lo que necesitas». Pronto, con esta bendición, la casa fue reparada y al hombre se le otorgó todo lo que pudiese necesitar.
El profeta y su acompañante se dirigieron a un centro comunitario donde había personas del mismo talante que el rico a quien habían visitado anteriormente y, allí, Eliahu se encargó de bendecir a cada persona para que fuera un líder en su propio derecho.
Una cuarta visita fue hacia una comunidad que se caracterizaba por la bondad de su gente, quienes atendieron y sirvieron a los dos visitantes, con honor; al despedirse, Eliahu oró con el director de la comunidad a quien le dijo: «Te bendigo para que tengas un líder únicamente».
Luego de haber escuchado y visto todo lo anterior, Joshua, rompiendo su promesa, le preguntó al profeta el porqué de aquellas oraciones que parecían no tener sentido, y él le respondió: » Cuando entramos al primer hogar, pude darme cuenta que, estaba predestinado que el hombre de esa casa perdería a su esposa ese día; por lo tanto oré y, la respuesta a ella era que sacrificara la vaca, lo cual permitió la anulación del decreto.
En la siguiente visita, percibí que había una fortuna escondida debajo de la casa del hombre adinerado, y si lo hubiese desenterrado, habría ganado más dinero y poder. Así que por medio de la oración, permití que reparara aquella casa para que no buscara ni encontrara el dinero.
Con los residentes de la comunidad, mi bendición sobre ellos era para que todos fueran líderes, pero ¿por qué? Porque cuando una comunidad está llena de líderes sin seguidores, no construyen una comunidad sino que la derrumban.
En el pueblo que visitamos al final, deseé la armonía de los ciudadanos, la unidad, el amor y fortaleza. Mi tefila por ellos traía una bendición para que ellos tuvieran un solo líder y que ese líder sea el Creador Quien está dentro de todos nosotros».
14 de octubre de 2012 – 28 de Tishrei de 5773
Publicado por 321judaismo.com
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