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¿Es importante decir Amén?

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¿Es importante decir Amén?

Es importante decir Amén?

Todas nuestras bendiciones, cuando las c9oncluímos, siempre habrá alguien que responda Amén.

¿De verdad tiene alguna importancia la palabra Amén?

En muchas ocasiones solemos utilizar la palabra amén, casi en forma cotidiana, y en ocasiones no le damos el valor apropiado.

Encontramos en la revisión histórica, acerca de su uso y su significado, que ella es una palabra que aparece decenas de veces en La Torá.

La palabra amén, en el idioma Hebreo original significa: así sea[1], para luego ser traducido como verdaderamente o ciertamente en el idioma griego para los libros del Antiguo y Nuevo Testamento.

Otros estudios han dado a esta palabra la acepción de verdad [2]verdadero, fiel, cierto, apoyo, apoyarse, estar firme.

La evidencia indica sin lugar a dudas que el responso del pueblo de Adonai, en el Antiguo Testamento, siempre fue amen.

Una tercera acepción para el significado de la palabra Amén es la honra que se le debe dar al Eterno, como lo vemos en el libro de Tehilim / Salmos[3]

La cuarta noción que tenemos para el uso de la palabra amén es que, con ella, estamos “sellando” el cumplimiento de la promesa que hemos hecho con, delante y para El Eterno.

Además…

Hay un quinto concepto, tal vez el más significativo, que es el poder de la vida y la muerte que se relaciona con la respuesta a la palabra Amén.

Esto lo encontramos en una de las muchas anécdotas de los grandes rabinos de la historia del pueblo judío: el rabino Mordejai Yaffe[4],

Antes de aceptar el cargo de Rabino de Poznac, fue a estudiar con el sabio Mahari[5] Abuhav[6]:

Estando en alguna ceremonia, la única persona que no respondió amén fue el rabino Yaffe, lo que le equivalió a recibir el castigo de Nidúi[7]:

Cuando venció el período, preguntó el porqué  de dicha posición y le contestó que al no haber contestado Amén, recibió desde los cielos, un decreto de muerte.

Dicho decreto podía ser anulado si cada vez que tuviera oportunidad, comentara  la leyenda de un judío piadoso que fue brutalmente torturado y asesinado por un rey quien a pesar de quererlo, no había contestado con la palabra amen a la oración que elevaba el sacerdote local, en latín.

Este judío se le aparece en los sueños al rey diciéndole que de los cielos había descendido un decreto de muerte que iba contra el rey y para evitarlo, prefirió omitir la respuesta para que cayera sobre él, dicho castigo.

Con ello, el rabino Yaffe aprendió la lección y la continuó enseñando, hasta el fin de sus días[8].

 

¡Bendito sea el Eterno, Elohei de Israel, desde siempre y para siempre! Y todo el pueblo respondió: «Amén», y alabó a Adonai.

 

 

12 de Kislev de 5772 – 08 de diciembre de 2011

Derechos reservados de autoría intelectual 321judaismo.com.

Siéntase libre de distribuirlo bajo cualquier forma, digital, electrónica o física, citando la fuente y ayudándonos a crecer.

 

 


[1] Deuteronomio 27:15—25  Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición, cosa abominable al Eterno, obra de mano de artífice, y la pusiere en lugar secreto!

Y responderá todo el pueblo y dirá: ¡Amén!

¡Maldito sea el que menospreciare a su padre y a su madre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquel que removiere los límites (para disminuir el terreno) de su prójimo! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que hiciere errar al ciego en el camino! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén! ¡Maldito aquél que torciere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que se acostare con la mujer de su padre (o con la mujer destinada a su padre por la ley de levirato), porque es el lecho de su padre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que se echare con cualquier bestia! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que se acostare con su hermana, hija de su padre o hija de su madre! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que se acostare con su suegra! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que hiriere ocultamente a su prójimo! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que tomare soborno para matar a alguien, derramando la sangre inocente! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

¡Maldito aquél que no perseverare en las palabras de esta ley para cumplirlas! Y dirá todo el pueblo: ¡Amén!

Después de cada advertencia. Ese» amén» era el compromiso del, pueblo ante El Eterno, un «sí», un «estoy de acuerdo». Ese amén era como si firmaran un pacto de fidelidad y obediencia.

[2] Cualquiera que en el país invoque una bendición, lo hará por el Dios de la verdad; y cualquiera que jure en esta tierra, lo hará por el Dios de la verdad.  Las angustias del pasado han quedado en el olvido, las he borrado de mi vista.

Asher hamitbaréj baátez yitbaréj baElohei amén, vehanishbá baáretz, yishabá beElohéi amén ki nishjejú hatzarót harishonót vejí nisterú meeinái.

[3] Tehilim 41: 13 Bendito sea Adonai, Elohei de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y amén.                                                                                                        

Baruj Adonai Elohei Israel mehaolám ad haolám, amén ve amén.

Tehilim 72: 19 Bendito. su nombre glorioso para siempre, y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y amén.                                                              Ubarúj shem kevód leolám veyimalé kevodó et kol haártez amén ve amén.

Tehilim 89: 52 Bendito sea Adonai para siempre. Amén y amén.  

Baruj Adonai leolám, amén ve amén. 

Tehilim 106: 48 Bendito Adonai Elohei de Israel, desde la eternidad hasta la eternidad; y diga todo el pueblo, Amén, Aleluya.

Baruj Adonai Elohei Israel min haolám veád haolám, veamár kol haám amén, haleluyá.

[4] Nacido en Praga, Kabalista, filósofo, astrónomo y matemático, conocido como el Levush por su obra Levush Maljut.

[5] Maharí es un acrónimo que se le suele dar a algunos rabinos.

[6] Isaac da Fonseca Aboab, y el Rabino Yitzchak Abuhav han sido dos de los varios sabios que han recibido el nombre de Mahari Abuhav: los dos mencionados, históricamente no corresponden al citado.

[7] Nidui: hay tres tipos de excomunión en el judaísmo: Nidúi, la primera de ellas, de duración de treinta días: Jerem, la segunda, en caso de reincidencia y Sjammata, la más grave de todas.

[8] Ver Kaf HaJaim 124,30.

 

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