Pero, y ¿La Torá que dice?
Inmigración tercera parte.
La Torá es muy clara cuando se refiere a la inmigración y al inmigrante, repitiendo, treinta y seis veces el precepto de respetar y amar al extranjero, en términos como los siguientes:
Shemot 22:20 No engañarás al extranjero ni le oprimirás; porque extranjeros fuisteis vosotros en tierra de Egipto.
Veguér lo toné veló tiljatzenú ki guerím heyítem beéretz Mitzraim.
Shemot 23:9 Y al peregrino no oprimirás, porque vosotros conocéis el alma del peregrino; pues peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto.
Veguér lo tiljátz veatém yedátem et néfesh haguér ki guerím heyítem beéretz Mitzraim.
Vayickrá 19:33-34 Y cuando morare un peregrino con vosotros en vuestra tierra, no le engañéis. Como un nativo entre vosotros os ha de ser el peregrino que morare con vosotros, y le amarás como a ti mismo, porque peregrinos fuisteis en la tierra de Egipto; Yo soy el Eterno, vuestro Elohim,
Vejí yagur itjá guer beartzejém lo tonú otó. Keezráj mikém yiheyé lajém haguér hagár itjém veahávta lo kamója ki guerím heyítem beéretz Mitzraim aní Adonai Elohéijem.
Vayickrá 9:10: Y cuando segareis las mieses de vuestra tierra, no acabarás de segar el rincón de tu campo, y las espigas verdes al cosechar tu mies, no recogerás; ni los granos de uva de tu viña recogerás; para el pobre y para el peregrino los dejarás; Yo soy el Eterno, vuestro Elohim.
Uvekutzréjem et ketzír artzejém lo tejalé peát sadéja liktzór veléket ketzirjá lo telakét. Vejarméja lo teolél uféret karméja lo telakét leaní velaguér taazóv otám ani Adonai Eloheijém.
Vayickrá 25:35-36 Y cuando empobreciere tu hermano y apoyare su mano en ti, tú detendrás su caída aunque fuere peregrino o extranjero morador de la tierra, para que pueda vivir junto a ti. No tomarás de él lucro ni usura y temerás a tu Elohim, para que pueda vivir tu hermano junto a ti.
Vejí yamúj ajíja umáta yadó imáj vehejezákta bo guer vetosháv bajái imáj. Al tikáj meitó néshej vetarbít veyaretá meElohéija vejéi ajíja imáj.
Bamidbar15:15-16 La congregación tendrá un mismo estatuto, para vosotros y para el prosélito que mora (entre vosotros); estatuto perpetuo es para todas vuestras generaciones: como es para vosotros, así será para el peregrino delante del Eterno. Un mismo estatuto y un mismo reglamento habrá para vosotros y para el prosélito que habite con vosotros.
Hakáhal juká aját lajém velaguér hagár jukat olám ledorotéijem kajém kaguér yiyé lifnéi Adonai. Torá aját umishpát ejád yihyé lajém velaguér hagár itjém.
Devarim 1:16: Y ordene a vuestros jueces, en aquel tiempo, diciendo: Oíd las causas entre vuestros hermanos, y juzgad con justicia entre cada uno y su hermano o su litigante.
Vaatzavé et shoftéijem baét hahí lemor shamóa béin ajéijem ushfatétem tzédek béin ish ubéin ajív ubéin gueró.
Devarim 24:17-19 No pervertirás el juicio del extranjero o del huérfano, ni tomarás en prenda la ropa de la viuda. Y te acordarás de que tú fuiste siervo en Egipto, y que el Eterno, tu Elohim, te redimió de allí; por tanto, te ordeno que hagas estas cosas. Cuando segares tu mies en tu campo y olvidares alguna gavilla en el campo, no volverás atrás a recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga el Eterno, tu Elohim, en toda obra de tus manos.
Lo taté mishpát guer yatóm veló tajavól bégued almaná. Vezajárta ki éved hayíta beMitzraim vayifdejá Adonai Elohéija mishám al ken anojí metzavéja laasót et hadavár hazé. Ki tiktzór ketzirjá besadéja veshajájta omer basadé lo tashúv lekajtó laguér layatóm velaalmaná yiheyé lemáan yevaréjeja Adonayi Elohéija bejól maasé yadéija.
Y entonces?
Vemos cómo, en los párrafos anteriores, la Torá, no deja de mencionar a Egipto, donde el pueblo de Israel fue un grupo de inmigrantes que adquirió, con el tiempo, un estatus importante, como ha sucedido a lo largo de la historia moderna, en todas las naciones,
La Torá también nos relata de otros momentos en los cuales el pueblo estuvo fuera de sus límites territoriales, (inmigración) en el exilio,siendo, nuevamente inmigrantes, pero con oportunidades también de retornar, hasta cuando llega la época del “gran exilio” en los años del Imperio Romano, en la cual lo que es el actual estado de Israel estuvo “desolado y abandonado”.
Al repasar esos instantes encontramos que hay dos conceptos importantes relacionados con la inmigración: el primero, demostrado a través de la historia de Ruth, donde “aquel que se acoja a mis estatutos será parte de mi pueblo” y por consiguiente la hospitalidad era lo más importante, hasta el “polo opuesto” descrito, también por la Torá, que dice:
Shemot 23:33-35 Y fijaré tus confines desde el mar Rojo hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el río (Eufrates), porque entregaré en vuestra mano a los habitantes de la tierra, y tú los expulsarás de delante de ti. No harás pacto con ellos ni con sus dioses. Ellos no han de habitar en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra Mí, sirviendo a sus dioses; porque esto sería para ti una celada.
Veshatí et guevuljá miYam Suf veád yam Plishtím umimidbár ad hanahár ki etén beyedjém et yoshvéi haáretz veguerashtamó mipanéija. Lo tijrót lahém veleelohéihem berít. Lo yeshvú beartzéja pen yajatiú otjá li ki taavód etelohéihem ki yihyé lejá lemokésh.
Viviendo en el exilio, la comunidad judía internacional creó, un tipo de regulación comunitaria llamada Jezkát Hayishuv, o permiso de residencia, en la cual se podría limitar la aceptación de una persona (especialmente no judía) para ser parte activa de la comunidad local.
A pesar de ello, la mayoría de los asentamientos judíos de ese entonces se caracterizaba porque su situación económica era muy precaria, y las naciones facilitaban a través de las persecuciones, que los exiliados, se desplazaran rápidamente de un lugar a otro y estos, en forma de refugiados o de desplazados, hubo necesidad de ayudarlos.
De todas maneras, los versos de la Torá nos alientan a acoger a los extranjeros sean o no judíos: en la medida en que los extraños sean productivos y respetuosos de la ley y no supongan una carga excesiva, y nos anima a aprender de nuestra propia experiencia en el exilio para darles la bienvenida e incluso ayudarlos.
Sin embargo, si nos encontramos en una situación en la cual, la aceptación de los extranjeros representa una amenaza palpable para los residentes actuales, entonces las limitaciones o incluso prohibiciones totales pueden ser justificadas, de acuerdo con las circunstancias.
Es por ello que, rechazar o aceptar inmigrantes, en el caso del judaísmo, puede ser, en ambos casos, perjudicial y contraproducente pero, desde el punto de vista de Mitzvá y de las palabras del Rabino Avraham Itzjak Kook HaCohen, el tener extraños entre nosotros es un elemento esencial de un asentamiento judío.
Nota:
A los cristianos, católicos, evangélicos y otras subdivisiones, no se les puede olvidar el concepto escrito por Pablo en Efesios donde, al adoptar las ideas de Jesús Cristo, ya no se es más nativo ni extranjero, local o inmigrante, “sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios”.
Esto es curiosamente igual a las palabras de la Torá que reseñamos previamente que dice que “quien adopta mis mandatos y mis preceptos, es parte de mi pueblo”.
Nos queda formular una pregunta (candente):
Si estas dos grandes religiones monoteistas enseñan a «amar al inmigrante», ¿Cuando el mundo «occidental» aprenderá a tolerar, aceptar e incluso amar el inmigrante aunque esté en condición de ilegal, sabiendo que es un ser humano como cualquiera?
Fin de la tercera y última parte.
15 de Enero de 2013 – 05 de Shvat de 5773
Redactado y recopilado para 321judaismo.com por Dr. Max Stroh Kaufman