Januca: Ocho noches, Ocho milagros
Segunda noche, segundo milagro
Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor ambulante, sentía hambre pero no tenía dinero para almorzar.
Decidió vencer la vergüenza que le daba mendigar y pedir algo de comer en la próxima puerta que tocase.
No obstante, perdió su nervio cuando una hermosa joven le abrió la puerta. En lugar de pedir comida pidió solo un vaso de agua.
Ella, sin embargo, se apiadó de él y le trajo un vaso de leche. El se lo tomó tímidamente y preguntó, -¿Cuanto le debo?
-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago por hacer un favor.
-Entonces le agradezco de corazón, respondió el joven.
Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.
Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados.
Finalmente la enviaron al hospital de una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad.
Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla.
La reconoció inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.
Por su parte la señora andaba muy preocupada sabiendo que el precio de su estancia en el hospital sería astronómico. Sin que ella supiese, el doctor envió órdenes que le pasaran a el la cuenta final.
Después de examinarla escribió un mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la señora.
Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus días pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la lista de enormes cifras:
Todo Pagado por completo con un vaso de leche.
Firmado: Dr. Howard Kelly.