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Amistad en el Judaísmo

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Amistad en el Judaísmo

Amistad en el judaísmo

Si empezamos definiendo amistad como una relación entre personas que surge del respeto mutuo y el afecto, ese seria el principio de donde partir para cualquier comentario.

En el judaísmo, hay varia acepciones para amistad: La primera de ellas, bajo la palabra re’a, se define, en Deuteronomio 13: 7 como «uno que es como tu mismo»; 

Bajo este concepto o esta palabra encontramos una “orden” de cómo debemos tratar a este amigo y está en Levítico. 19:18, donde dice: «ama a tu re’a (literalmente amigo o compañero) como a ti mismo, yo soy el Señor», 

Otra seria la que encontramos en Proverbios 18:24  donde un amigo, representado por la palabra ohev, es uno «que se acerca más que un hermano».  

En relación a este, aunque no está en texto judío pero la analogía es importante: 

una vez le preguntaron a Aristóteles: ¿Qué es un amigo; y su respuesta fue: «Una alma que permanece en dos cuerpos». 

La tercera, la hallamos también en el libro de Proverbios. 

Sin embargo, aquí nos da dos clases de amigos: el digno, y el mal amigo.

El amigo digno es el que te apoya, mientras que el mal amigo es el que te abandona cuando lo necesitas. 

En la literatura, ya encontramos otros conceptos: Un amigo es alguien con quien se puede aprender la Torá, el que nos sirve para recordar cualquiera de las deficiencias que uno puede tener y que nos puede ayudar a mejorar; es decir, un amigo es un instrumento importante de nuestra vida espiritual. 

Dijo alguna vez el rabino DovBer de Lubavitch:

“La amistad permite que dos almas divinas combatan , entre ellos, con un alma animal”. Compartir este proceso espiritual con alguien convierte al amigo en un compañero de tu propia batalla y te permite sacar fuerzas de esa persona.

Desde el punto de vista del rabino Israel de Kozhnitz, la amistad no hace parte de una realidad humana, porque «en el proceso de adquisición y fortalecimiento de una amistad,  ambos se están transformando en una especie de vehículo que les permite acercarse a la presencia divina, implicando con ello la santificación del cuerpo humano y así convertirse en la morada de Dios…

¿Y cómo sabemos que el Santo, bendito sea Él, lo quiere y coloca su morada en él?

Porque como dijeron los antiguos «y adquiere para ti un amigo». 

Uno debe hacer lo necesario, para merecer la presencia divina. 

Porque al adquirir este compromiso, una  persona hace todo lo posible para eliminar de él la suciedad ( estamos hablando de un proceso de tikun o reparacion)… 

Y a través de ello, la gloria divina será elevada más que a través de cualquier otra alabanza. (Zohar, Teruma, 128 a-b).

Por ello decimos que “Quien encuentra un amigo verdadero, encuentra un tesoro”

Y eso es, en pocas palabras, la amistad en el judaísmo

19 de Diciembre de 2019 – 21 de Kislev de 5780

Elaborado por Dr. Max Stroh Kaufman para 321judaismo.com

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