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Pikudei

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Pikudei

HAFTARA PIKUDEI:

La Haftará Pikudei describe una gran procesión hecha por el Rey Shlómo para la inaguración del Templo y los detalles que se tuvieron en cuenta durante los siglos que el Templo estuvo en pie.

Los querubim, el servicio de los Kohanim, el contenido del Aron Kódesh, cada uno de ellos representando lecciones de unidad moral, unidad, valor del dinero y las prioridades judías correctas.

La Haftara Pikudei comienza diciendo: Melajim 1 7:51:

“Así fue concluida toda la obra que el rey Shlómo mandó hacer para la casa del Eterno. Y trajo Shlómo las cosas consagradas por David, su padre, la plata y el oro y los utensilios, y los depositó en las tesorerías de la casa del Eterno”. 

Vatishlóm kol hamelajá asher asá hamélej Shlómo beit Adonai vayavé Shlómo et kodshéi David abib et hakésef veét hazaháv veét hakelím natán beotzerót beit Adonai.

Surge la pregunta: Teniendo Mishkán, ¿Por qué habría de construirse un Mikdásh?

La Torá nos da la respuesta de la siguiente manera: 1 Melajim 8:16 – 21 así: “Desde el día en que saqué de Mitzraim a mi pueblo Israel, no escogí ciudad de entre tribus de Israel para edificar allí casa en donde estuviese mi nombre; pero escogí a David para que estuviese sobre mi pueblo Israel. 

Y David, mi padre, tenía en su corazón el propósito de edificar una casa al nombre del Eterno, Elohim de Israel. 

Más el Eterno dijo a David mi padre:

Ya que hubo en tu corazón, propósito de edificar una casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal propósito en tu corazón. 

Sin embargo no edificarás tú la casa, sino que tu hijo, que saldrá de tus lomos, él edificará la casa a mi nombre. 

El Eterno ha cumplido la palabra que habló; pues me he levantado yo en el lugar de David, mi padre, y me he sentado sobre el trono de Israel conforme hablara el Eterno, y he edificado la casa al nombre del Eterno, Elohim de Israel. 

He establecido allí un lugar para el arca, que contiene las tablas de la alianza del Eterno que El celebró con nuestros padres al sacarlos de la tierra de Mitzráim.
Min hayóm asher hotzéti et amí et Israel miMitzráim lo bajárti veir mikól shivtéi Israel libnót báit lihiót shemí sham vaevjár beDavid liheyot al amí Israel.

Vayehí im leváv David ábi libnót báit leshém Adonai Elohéi Israel. Vayomer Adonai el David ábi yaán asher hayá im lebavéja libnót báit lishmí hetivotá ki hayá im lebavéja.

Rak atá lo tibné habáit ki im binjá hayotzé mejalatzéija hu yivné habáit lishmí.

Vayakém Adonai et devaró ashér diber vaakúm tájat David ábi vaeshév al kisé israel kaashér diber Adonai vaevné habáiit leshém Adonai Elohéi Israel.

Vaasím sham makóm laarón asher sham brit Adonai asher karát im abotéinu behotzió otám meéretz Mitzráim.

Tenemos que recordar que la primera casa que El Eterno mandó a construir para sí,  constaba de una estructura física que estaba conformada por dos cuartos, que se ubicaban en una edificación de 13 m. x 21 m. aproximadamente.

Según lo que encontramos en el libro de Shemot, fue elaborada a partir de los siguientes materiales:

Oro, plata, cobre, lana teñida de azul, violeta y rojo, lino, pelo de cabra, pieles animales y madera.

Las especificaciones para dicha construcción le fueron dadas a Moshé, en el Monte Sinaí.

Dicha construcción se asentaba en el centro mismo del campamento Israelita en el desierto, y estaba diseñada para que pudiera desarmarse y volverse a armar cuando fueran de un lugar a otro durante los cuarenta años entre su Éxodo de Mitzraim y su entrada en la Tierra Prometida.

Podemos asumir, a base de la construcción previa, que El Eterno se dirigió a los hombres diciéndoles: «

Soy yo el creador de la sabiduría, del conocimiento y del entendimiento: en estas creaciones mora Mi mente.

Yo creé amor, la justicia y la compasión, y es en ellos donde reside mi carácter. Fui yo el creador de la belleza, del esplendor y de la majestuosidad, y es en ellos donde  coloqué Mi personalidad.

Pero ninguno de ellos es Mi casa; fue por ello que decidí crear la materia física, para que haya un lugar en donde no Tenga que jugar ningún rol y no Tenga que proyectar ninguna característica. Sólo Mi deseo de realización”.

Uno de los aspectos que hay que recalcar para la realización de esta obra, no sólo está basado en las palabras anteriores, sino en las siguientes:

«Y El Eterno le dio sabiduría a Shlómo” que encontramos en  1Melajim 5:26.

Pero, ¿Por qué construir un Mikdash?

Porque está escrito Shemot 25:8 “Y me harán un santuario, y Yo habitaré en medio de ellos”.
Veasú li mikdásh veshajánti betojám.

Entonces, surgió la necesidad de construirlo:

El Rey David compró el sitio en el Monte Moriá después de haber sido informado de la profecía y de la ubicación del Templo;

Basándose en el párrafo anterior, nos enseñan nuestros sabios que ese iba a ser el sitio donde La Shejiná iba a estar presente, tal como dice en Devarim 12:11:

“y entonces en el lugar que el Eterno, vuestro Elohim, escogerá para hacer habitar en él su nombre, hacia allí llevaréis todo lo que yo os ordeno:

vuestros holocaustos, y vuestros sacrificios, y vuestros diezmos, y la ofrenda de vuestras primicias, y todo los votos que harás al Eterno”.

Vehayá hamakóm asher yivjár Adonai Elohéijem bo leshakén shmó sham sháma tavíu et kol asher anojí metzavé etjém olotéijem vezivjéijem masrotéijem utrumát yedjém vejol mivjár nidréijem asher tidrú laAdonai.

Es por ello que el Rey David se encargó de preparar los materiales para dicha construcción y santificó sus bases;

En la reunión de dichos materiales  dijo:

«Ya que de Ti procede todo y de lo que está bajo Tu poder de damos a Ti»

Aprendemos de nuestros sabios, según lo que está escrito en la parashá Trumá, que desde el momento en que está ordenado construir el Tabernáculo, hasta el final del Libro de Shemot, aparece la palabra “asá – (hizo)” 248 veces semejante al número de mandamientos positivos de la Torá,

Gracias a ello, se considera como un mandamiento (rabínico) positivo la construcción del Tabernáculo – y luego el Bet HaMikdash – para que la Presencia Divina pueda habitar allí.

Más tarde en el Tanaj, y más específicamente, en la haftará que estamos relatando, nos enteramos que cuando Shlomó Hamelej (El Rey Salomón) inaugura el Beit Hamikdash afirma lo siguiente:

«Esta casa, que estás construyendo: si anduvieres en Mis Leyes y Mis normas cumplieres y observares todos Mis preceptos, al encaminarte con ellos, entonces cumpliré Mi palabra contigo, lo que había hablado a David, tu padre: Y habré de morar entre los hijos de Israel y no habré de abandonar a Mi pueblo Israel» (Melajim I 6:12)

Podemos hablar de dos grandes diferencias entre el Mishkán y el Mikdash; una de ellas es, el primero fue construido por donaciones voluntarias mientras que el segundo, por una acción impositiva:

La segunda gran diferencia radica en que en el primero de ellos habitará la Shejiná,  mientras que en el segundo, será “la misma presencia del Creador”, como lo explica el mismo Shlómo (arrogantemente) cuando dice

«Te he construido una casa para que Tu vivas en ella» (8:13).

De esta manera también tiene que estar determinada nuestra actuación para con el Eterno, el Boré HaOlam:

Nuestro cuerpo es también un templo dedicado a Él, el cual requiere, en un principio, de actuaciones voluntarias y de corazón, para empezar a formar “nuestro Mishkán interior”…

Pero, a su vez, requiere de un arduo trabajo, durante mucho tiempo, acompañado de muchos sacrificios y de exigentes imposiciones…

A veces por intermedio de terceras personas que nos ayuden a mantenernos en el camino correcto de las mitzvot, jukim y mishpatím…

De la observancia de la Torá y su cumplimiento, para que nuestro Mishkán se transforme en un Mikdash, donde Él sea quien reine, con absoluta majestuosidad.

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