Inmigración:
¿Qué opina el judaísmo?
Primera parte.
Inmigración: ¿Qué es y qué significa?
Wikipedia clasifica este fenómeno como la entrada a un país o región de personas que nacieron o proceden de otro lugar: el cual es un proceso tan antiguo como la humanidad y aparece en las relaciones más antiguas de casi todas las religiones y culturas que existen.
Se caracteriza por producir cambios importantes en cada uno de los países donde suceden, influyendo en su composición racial, lingüística y cultural, y que no es ni será, una empresa fácil para ni para los grupos ni para los individuos que pasan por este proceso, por siempre la cantidad de obstáculos que esto genera, no sólo en el país de entrada sino también en el país de origen antes de su salida del mismo.
La inmigración es un fenómeno controvertido, continua afirmando Wikipedia, aduciendo que todas las naciones desarrolladas (y buena parte de las subdesarrolladas) restringen fuertemente la inmigración.
Esto, justificando es la política de la competencia desleal que representaría para los ciudadanos una mano de obra a bajos costos y la carga que representarían los inmigrantes a los servicios sociales de carácter público.
A pesar de lo anterior, existe artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que estipula lo siguiente:
1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.
Es por ello que cada país adopta una política muy particular relacionada con la migración.
Pero ¿Qué opina el judaísmo acerca de la migración?
Primero revisemos, en los dos o tres últimos siglos, hacia donde han sido las más grandes migraciones de los judíos hacia Estados Unidos y Latinoamérica y, algo de sus características:
Argentina:
Entre los años de 1869 a 1895 la población de éste país aumentó de 1.737.076 a 3.954.911 habitantes, por el gran influjo de inmigrantes.
En 1881, por decreto del gobierno de Roca, se promovió la inmigración israelita.
Para el año de 1891 los judíos provenientes de Marruecos ya habían formado la Congregación Israelita Latina, que fue la primera entidad sefaradí de la Argentina, mientras que, los venidos de Europa Oriental crearon en 1894, también en Buenos Aires, la Jevra Kedushá, llamada posteriormente AMIA.
Por esa misma época, la Jewish Colonization Association, trajo consigo 1435 inmigrantes para ser distribuidos en las tierras en Santiago del Estero, La Pampa, Buenos Aires y Santa Fe: en esta última se fundó “Moisesville”, que se conoció como la Jerusalém Argentina.
Para el año de 1899, la comunidad ya contaba con 16.000 personas y, al estallar la guerra RUSO-JAPONESA, hacia el año de 1905 ya había otros 10.000 judíos más.
De esta manera sigue la progresión hasta contar con aproximadamente 1 millón de inmigrantes judíos hasta el año de 1982, entregándole a la Argentina una población judía calculada por el libro Almanaque Mundial de 1991, en tres millones, siendo Buenos Aires la segunda ciudad con mayor cantidad de judíos, por fuera de Israel.
Brasil.
El lazo entre el pueblo judío y Brasil comenzó a fines del siglo XVI.
Esto empezó con los viajes de Colón, ya que, al menos seis judíos (o judíos crípticos, Marranos, o sinceramente convertidos al catolicismo) viajaron con Colón en su primer viaje.
Ellos fueron: Rodrigo de Triana, Maestre Bernal, quien trabajó de médico para la expedición, y Luis De Torres, el intérprete que hablaba hebreo y árabe, que se creían lenguas útiles en el Oriente, su destino original. Gaspar de Gama (que era judío de nacimiento) acompañó al administrador portugués Pedro Alvares Cabral a Brasil.
La presencia judía en Brasil, que lleva medio milenio, se escribió, en un con dos oleadas diferentes de inmigrantes hacia el nuevo mundo, la primeras, con portugueses y la segunda con holandeses, conformando comunidades judías se involucraron en plantaciones de azúcar y en el negocio del colorante producido por el palo Brasil y por el otro lado, mediante trueques mercantilistas con el resto de América del Sur y del Norte.
Se habla que los primeros asentamientos fueron en Pernambuco, Recife y en Bahía.
Hacia el año de 1646, había más de 50.000 judíos europeos en Brasil, la mayoría de ellos, conversos.
De esta época se tiene registro que en el año de 1636 se construyó la primera sinagoga (1) de América en Kahal Zur, en la provincia de Recife, que luego fue cerrada por los portugueses, en el año de 1655, obligando a los judíos de estas áreas a emigrar a zonas como Nuevo Ámsterdam (hoy Nueva York) y hacia el Rio de la Plata.
Guerras en la que intervinieron países como Holanda, Inglaterra, Portugal, produjeron migraciones de la comunidad judía del Brasil, y búsqueda de mercados laborales en otros lados del continente americano, por ejemplo, Perú, buscando competir en los mercados del caucho.
El crecimiento de la comunidad judía en Brasil se ve nuevamente marcado cuando, para el año de 1824, judíos marroquíes inauguraron la primera sinagoga de Belem, una ciudad del norte de Brasil, que fue llamada Porta Do Ceu (Puerta de Cielo).
Por otro lado, en Manaus, sobre el río Amazonas, una comunidad sefaradí comenzó a crecer durante la Primera Guerra Mundial.
Ya para los años en que finalizaba la primera guerra mundial, la colonia de judíos en Brasil ascendía a casi 50000 miembros.
Aproximadamente, en el año de 1967, fecha en que seis miembros de la comunidad fueron electos para el Parlamento Brasileño, había ya 140.000 judíos en el país, la mayoría en las ciudades de Río de Janeiro, Sao Paulo y Porto Alegre.
El Brasil de hoy tiene diarios y revistas judíos, y un canal de televisión judía llamado Mosaico. Un centro de estudios judíos es parte de la Universidad de Sao Paulo y una población que algunos calculan alrededor del medio millón de miembros.
México
Los primeros judíos que llegaron a México lo hicieron de España, con Hernán Cortés, en 1519. Dos de ellos, Hernando Alonzo y González de Morales, fueron quemados en la hoguera, en el año de 1528.
Entre los criptojudíos provenientes del sur de España, se encuentra la familia Carvajal, encargados de la fundaron la ciudad de Monterrey, familia de la cual se documentó un núcleo de indios judíos en México, quienes se mantuvieron practicando costumbres mosaicas tales como el descanso el sábado, la abstención de la carne de cerdo, el prendido de velas el viernes por la noche y el rezo a HaShem.
En el año de 1880 el señor Bonifacio Laureano Noyar comenzó a organizar una comunidad de descendientes de judíos conversos y llamó a todos aquellos que practicaban los rituales arriba mencionados, para que en el año de 1920, se fundara la Congregación Kahal Kadosh Bnei Elohim en Venta Prieta, una colonia de Pachuca, en el estado de Hidalgo.
Esta comunidad indígena fue posteriormente confirmada por los dirigentes comunitarios de México.
Su tradición oral fue transmitida por las ancianas del grupo a través de relatos de cómo sus antepasados habrían sido perseguidos durante siglos de clandestinidad.
La ola moderna de migrantes judíos se produce después del año 1825, llegando judíos franceses, alemanes, italianos, austrohúngaros y belgas, de la República Checa, de la Unión Soviética, en lo que se refiere a Europa y Siria, Turquía, Grecia, Los Balcanes y Marruecos en lo que se refiere a los sefaradíes para construir las primeras sinagogas actuales:
En 1927, la llamada Redefe Tzedek por los sefaradíes, la aparición del primer periódico en Yidish, llamado “El Camino” y construcción de la sinagoga Nidje Israel en 1941 por los ashenazíes.
A pesar de un número creciente de judíos fueron llegando a México, una parte de ellos, entre los años 1920 a 1950, aprovecharon este país como una estación intermedia para llegar a los EUA, especialmente, aquellos que vinieron con muy escasos recursos económicos.
Hoy en día se habla de 28 sinagogas solamente en el DF.
Continuará…