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Cuentos jasidicos – Quinta entrega

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Cuentos jasidicos – Quinta entrega

Cuentos jasídicos – Quinta entrega

 

1.- Un tendero llegó, muy angustiado, al Rabino Meir de Premislan. «Rabino, estoy arruinado. ¿Sabe usted lo que está pasando al otro lado de la calle donde está mi negocio? Alguien más está abriendo una tienda igual a la mía: ¡Esto significa que voy a perder mi negocio y mi estilo de vida!»

El Rabino Meir le dijo a este hombre: «¡Siéntate! ¿Alguna vez has llevado a tu caballo a beber agua de un pozo?»

«Si, Rabino, pero, ¡No entiendo!….»

El rabino continuó con su explicación. «¿Has notado como tu caballo siempre patea el agua antes de beberla?»

«¡Por supuesto! Sin embargo, sigo sin entender»

«Muy bien, buen hombre. Te diré por qué el caballo golpea sus cascos”

El rabino se inclina hacia adelante en su asiento y le dice: «El caballo ve su reflejo en el agua. Allí él no se está viendo a sí mismo; él piensa que hay otro caballo que está al lado del pozo. El está temeroso de que no haya suficiente agua para los dos y por ello trata de evitar que el otro caballo se acerque, haciendo estas maniobras.»

Después de una pequeña pausa, continuo el rabino.

«Sin embargo, los pozos siempre tienen suficiente agua para muchos caballos; la abundancia de Adonai siempre fluye como la de los ríos»

El rabino nuevamente se recostó en su asiento, y sonrió. Por primera vez en ese día, el tender le devolvió la sonrisa.

 

2.-  Cuando uno de los discípulos de Levi Itzjak de Berdichev, le preguntó ¿cuál es el camino correcto, el de la tristeza o el de la alegría? dijo: «Hay dos tipos de tristeza y de dos tipos de alegría. Cuando una persona se cierne sobre sus desgracias, cuando se encoge en un rincón y se desespera, es una mala clase de dolor, y de la cual se dice: «La Shejiná [Presencia Divina] no se detiene en un lugar de tristeza.» El segundo tipo [de dolor] es el dolor sincero de un hombre que sabe que ha fallado. Lo mismo es cierto para la alegría. Aquel que carece de sustancia interna y, en medio de placeres vacíos, ni siente eso, ni trata de llenar su falta, es un tonto. En cambio, quien es verdaderamente feliz, es como un hombre cuya casa se ??ha incendiado, que se siente una profunda necesidad en su alma y empieza a construir de nuevo. Por cada piedra que se ha puesto, es una vez más que su corazón se alegra. «

 

3.- Ese día el gran Rabino que estaba cumpliendo con uno de sus habituales y largos viajes, acepto la invitación de una familia acomodada del pueblo, para descansar unos días y así recuperarse del cansancio.

Lo trataban espléndidamente, abrumándolo con atenciones.
Pasaron todos, una amable jornada, en la que el Rabino fue atendido a cuerpo de rey, y él por su parte, intentó transmitir lo que pudo de la sabiduría propia de los años y el estudio.

Era ya el atardecer, cuando se retiró a su cuarto para descansar.
Sentado junto a una ventana, de pronto ve como una señora casi anciana sale de la casa
cargando unos cubos vacíos en dirección al río.

Luego de un largo rato, ve volver a la misma, pero con los cubos rebosantes de agua, y agitada por un esfuerzo apto para cuerpos más jóvenes.

Se quedo meditando el Rabino, y finalmente se decidió a dormir.

Temprano por la mañana, sus anfitriones lo acompañaron para ayudarlo a higienizarse.
Al ver que no se lavaba, horrorizados y balbuceando le preguntan.
-Pero… Rabí… ¡Cómo es posible que no cumpla con la mitzvá de lavarse! …
No pudiendo decir más del asombro, guardaron silencio.

-Lo que sucede, respondió el Rabino, es que si una mitzvá sirve para hacer sufrir al prójimo, deja de ser una mitzvá; y es peor cumplirla, que dejar de hacerlo.

Si utilizo el agua, soy el responsable de dar mayor trabajo a esa pobre anciana que va a buscarla.

 

4.-   Hace muchos años en una gran ciudad vivía un judío religioso muy rico, comerciante de alfombras.

Un Shabat a la noche estaba con su familia, en la comida sabática, De repente golpearon a la puerta y entró un mensajero del conde.

-Perdonadme la interrupción-dijo el mensajero- Me ha enviado el conde pues hoy a la noche tiene una gran fiesta en el palacio y quiere obsequiar a sus invitados con alfombras. He venido para que me las despache enseguida.

-Lo siento mucho le respondió el comerciante, hoy es Shabat y tendrá que esperar hasta mañana a la noche.

¿Qué clase de respuesta es esta? dijo el mensajero riendo. ¿Cómo va a esperar el conde hasta mañana noche si es ahora cuando las necesita?

-Pues lo siento,  no puedo dárselas hoy, ya  que en Shabat está prohibido negociar, dijo el comerciante. Que el conde me perdone. El mensajero se fue y regresó al poco tiempo con una carta en su mano.

«Necesito sin falta las alfombras-escribí el conde- te pagaré el doble o el triple de su valor, pues no puedo conseguirlas en ningún lado. Pero,  si no me las das, te arrepentirás; piensa bien lo que haces. No te conviene perder un cliente como yo»

El judío leyó con detenimiento la carta y le respondió al mensajero.

-Dile al conde que hay Alguien Superior a él y al que debo obedecer, No quiero perder un cliente tan bueno, pero no puedo hacer otra cosa.

Al finalizar el sábado el comerciante recibió una notificación que se presentara  en el  palacio del conde.

Su familia estaba asustada y rogó para que no le pasara nada. El hombre con valentía se encaminó al palacio. Ante su gran sorpresa, el conde salió a recibirlo y lo saludó amablemente.

-Perdonadme-le dijo el conde- por haberte molestado. Tengo un amigo, continuó el conde, que me dijo que él no tenía confianza en los judíos, que ellos solo buscan el dinero y por el dinero eran capaces de cualquier cosa, incluso de vender su fe. Decidí entonces probarle y has pasado muy bien la prueba.

Pudo demostrarle a mi amigo lo equivocado que estaba, te agradezco mucho.

Así el conde y el judío piadoso siguieron siendo buenos amigos.

 

5.-  Una vez un hombre sencillo fue donde el Maguid de Koznitz con su esposa y le dijo que quería divorciarse de ella. «¿Por qué quieres el divorcio?», Preguntó el Maguid. «Yo trabajo muy duro durante toda la semana», dijo el hombre, «y el sábado quiero tener un poco de placer.

En la comida del shabat, mi esposa, primero sirve el pescado, y luego las cebollas y el plato principal fuerte, y cuando se pone el pastel en la mesa, he comido todo lo que quiero y no tengo apetito para el pastel.

Durante toda la semana trabajo para este postre, pero, en ese momento, en el que ni siquiera puedo probarlo, ¡siento que todo mi trabajo no tuvo ningún valor! Una y otra vez, le he pedido a mi esposa que ponga el pastel sobre la mesa inmediatamente después de la kidush [bendición sobre el vino para santificar el día sábado], ¡pero no! Ella dice que la forma en que ella lo hace, es, de acuerdo con la costumbre. «El Maguid se volvió hacia la mujer y le dijo:

«De ahora en adelante,» dijo, «harás dos postres. El primero, será servido a un poco después del kidush y el otro después de que el plato principal, como antes. «Acordado esto, tanto el marido como la esposa, se fueron muy contentos.

El mismo día, el Maguid dijo a su esposa: «A partir de ahora, vas a preparar dos postres el viernes. El primero lo serviremos un instante después del kidush y el otro, después de que el plato principal, como lo hemos estado haciendo. «

A partir de entonces, esta era la costumbre en la casa del Maguid y en las casas de sus hijos y nietos. El pudín de segundo se llamó el Shalom Bait (Paz en el Hogar).

 

6.-  Un Buen día, el Baal Shem Tov, estaba contando una sencilla historia a uno de sus más adelantados discípulos, y le narraba:

«Cierto poderoso monarca de la antigüedad, encargó a su hijo la defensa de una fortaleza, en la frontera, fortaleza que los enemigos se proponían sitiar y capturar.

El rey indicó a su hijo que requisara y almacenara en la fortaleza todos los víveres que pudiera conseguir. Si los víveres no eran de la mejor calidad, le dijo que llenara los almacenes con víveres menos sofisticados.

El príncipe obedeció a su padre, y aunque el sitio de la fortaleza duró muchísimo tiempo, los alimentos más rústicos, permitieron por último triunfar sobre el asedio.

Amigo mío, continuó el sabio, dirigiéndose a su discípulo, también tú, deberías almacenar en tu memoria estas parábolas sencillas, que pueden alimentar tu alma tanto como las enseñanzas más elevadas.

Las parábolas sencillas, son en definitiva, las más elevadas, en cuanto llevan la verdad al corazón de más gente.»

 

7.-  Zalman Pozner, quien poseía una gran extensión de terreno en Covari, era uno de los muy pocos judíos que se les permitía poseer tierras en el Siglo 19 en la Europa Oriental.

En espera de poder mejorar la situación de sus compatriotas judíos, el le brindaba a las familias judías, trozos de tierra y equipo, con el cual podían trabajar como granjeros.

El Rabino Joshua de Kotna en algún momento visitó las tierras que tenía Zalman, y las recorrió bajo su guía.

El Rabino Joshua pudo apreciar una diferencia marcada entre la producción y los campos de Zalman, y la de sus vecinos, granjeros no judíos.

En los terrenos de Zalman, se veían cultivos marchitos dispersos en áridos surcos, mientras que en las granjas vecinas se veían campos verdes y florecientes.

“¿Por qué los granjeros gentiles han tenido más éxito en sus cultivos que los granjeros judíos? Preguntó el Rabino Joshúa.

“Lo puede usted apreciar,” contestó Zalman, “que los judíos y  sus vecinos, hacen el mismo trabajo en el campo: los judíos aran y los gentiles también; los gentiles cosechan y los judíos también; los gentiles oran, y los judíos también.

La diferencia, yo creo, está en sus oraciones.

Mientras que los gentiles oran para que las lluvias caigan en el tiempo y cantidad que corresponda, que sus cultivos crezcan a una altura apropiada, que el suelo esté siempre bendecido, la oración de los judíos dice; Por favor, Señor, sea Tu Voluntad que mi arado alcance el tesoro que está enterrado, de tal manera que ya no necesite ganarme la vida como agricultor’”

 

 

26 de Tevet de 5772 – 20 de Enero de 2012

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