Leyenda Rabínica.
Se cuenta que en una ocasión, en algún pueblo, un integrante de la comunidad decidió invitar a los jasidím, a los rabinos y a los miembros más importantes de ella, a festejar, «el momento después» del cierre de la ceremonia religiosa en el beit hamikdash.
Al poco tiempo de llegar todos a casa, sucedió que, hubo un corte de energía, a lo que todos exclamaron «Hashém yimlój, leolám vaéd»
Por el momento de oscuridad generado con este corte de energía, al rabino se le regó el aceite de encender las velas, toda la comunidad presente volvió a decir, en una sola voz, «Hashém yimlój, leolám vaéd»
La señora de la casa, sin percatarse de lo anterior, empezó a distribuir sobre las mesas los manjares preparados para esta ocasión, resbaló, y todo cayó al suelo, dijo»«Hashém yimlój, leolám vaéd»
Sin los alimentos, pero con toda la alegría en su corazón, el anfitrión comenzó a oficiar un pequeño rezo, y cuando concluyó, no dejó de exclamar, «Hashém yimlój leolám vaéd»
Cuenta la leyenda que todo ese año no quedó nadie en la localidad que no fuera bendecido, durante todo el año precisamente, con lo mejor de entre todas las bendiciones.
Eso nos enseña a confiar en Hashem, sin importar las circunstancias que nos toque vivir, mientras nosotros actuemos con kavana, que es una intencion verdadera, que nace desde lo mas profundo de nuestros corazones.
20 de septiembre de 2020 – 02 de Tishrei de 5781