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El valor del silencio en el judaísmo

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El valor del silencio en el judaísmo

Para poder entrar a analizar el valor del silencio, tenemos que definir, primero, qué es el silencio

El valor del silencio

Silencia, para todos es conocido que es la ausencia total o temporal de sonidos o habla, por parte de algo o alguien.

Todos sabemos que no todos los silencios significan lo mismo ni transmiten lo mismo; a veces son incluso diametralmente opuestos.

En el marco de una conversación, el silencio puede representar diferentes cuestiones: una de ellas el la que da el lugar para que un interlocutor responda al comentario que hemos hecho; con esto, se puede entender que la persona no tiene más ganas de seguir hablando o discutiendo sobre el tema, que no tiene interés, o desconoce el tópico del que se está hablando.

En cualquiera de los casos anteriores, el silencio, suele muchas veces decir mucho más que lo que se expresaría con palabras.

El silencio también suele ser una cuestión de respeto. por ejemplo, en hospitales, centros médicos, cementerios, velatorios,

También en las bibliotecas donde el silencio es exigido para que la gente que está allí leyendo libros o realizando algún trabajo puedan concentrarse y hacerlo de manera conforme.

Existe, legalmente un concepto denominado Silencio administrativo, que es, la desestimación tácita de una petición o recurso luego que se ha producido la fecha tope que la administración pública había puesto para resolver la cuestión en litigio.

Existe el silencio musical, que cada nota coloca antes de la siguiente, para que se pueda crear un ritmo o una composición

Y también se habla del silencio cuando se pide a otra persona que calle, por ejemplo porque no deja oir…

¿Cuál es entonces el valor del silencio?

Comencemos diciendo que gracias a él, al silencio, accedemos a nuestro yo interior, allí donde está contenido lo màs esencial de nosotros, lo más puro y creativo de nuestro ser.

Gracias al silencio, preparamos el camino para la reflexión, el análisis inteligente y el enfoque correcto para una vida con paz mental.

Y con esa paz mental llegamos a ese yo superior que muchos llaman «alma» y que sólo ese silencio nos ayuda a atenuar los efectos de la turbulencia cotidiana.

Guardar silencio nos permitirá, aplaca nuestra ira, nos tranquiliza, esclarece nuestras mentes y nos permite enfocarnos con más lucidez, la consecuencia de cada uno de tus actos.

El silencio vale porque aplaca nuestros ímpetus, acaba de golpe con discusiones innecesarias,y  evita que como bola de nieve crezcan los conflictos.

La verdad se encuentra en el silencio. La inspiración, la comprensión, el descanso, la renovación, la sanación y la paz emanan del silencio.

¿Cómo empezamos a conocer el valor del silencio?

Empecemos por algo sencillo y a la vez complicado: apaguemos la televisión, la radio, el Internet, nuestros celulares computadores y tablets.

Dirijamonos a un lugar tranquilo donde, de verdad, podamos pasar tiempo a solas (sin nadie en  nuestro alrededor, más que nosotros mismos)

Continuemos”apagando cosas”. Es aquí, en este momento donde debemos “apagar nuestras preocupaciones” y dejar volar el pensamiento… entonces es el momento donde cada uno de nosotros nos encontraremos con nosotros mismos.

Mientras estamos sentados en silencio, podemos escuchar y ver cosas que de otra manera no veríamos, y nuestros deseos se vuelven pocos y simples.

Encontramos nuestra voz interior de satisfacción y nos damos cuenta de que ya somos todo lo que necesitamos ser.

El silencio nos ayuda a regresar a un lugar de descanso y claridad dentro, lejos del ruido del mundo.

Luego continuemos con la práctica: al igual que cualquier músculo que se fortalece con el ejercicio gradual, el valor del silencio lo empezamos a comprender en la medida que buscamos el momento propio para dicha introspección, cada día.

Todo es una cuestión de cambio de hábitos, de estudio y perseverancia, pero es una labor de paciencia, persistencia y perseverancia necesaria para llegar al camino de la tranquilidad.

Al final…

El silencio nos permite “tomar distancia” de los problemas y evitar que nos abrumen sus urgencias y apreturas.

El descanso físico y la terapia del silencio favorecen el análisis sereno del propio comportamiento, que permitirá conocernos mejor: puntos débiles del carácter, cualidades positivas y defectos adquiridos, hábitos incorrectos e imperfecciones acumuladas.

La terapia del silencio nos hará capaces de reconocer las deficiencias y proceder a corregirlas con paciencia y tiempo.

También nos permite que nos hagamos un examen periódico de la conciencia, sin dramatismos ni eufemismos.

El silencio favorece el propio conocimiento.Un conocimiento gustoso, que se recrea entre las realidades materiales y en las espirituales.

Por último, con la terapia del silencio aprenderemos o mejoraremos nuestro modo de orar, y potenciaremos aquel recogimiento interior que, a falta del silencio exterior, nos permite levantar el corazón hacia Nuestro Creador y, nos lleva a mantenernos en su presencia, en medio de las tareas cotidianas habituales y no tan habituales.

¿Y qué dice el judaísmo?

Ya encontramos y relacionamos una frase de Gamaliel que, en pocas palabras, nos dice que del silencio tiene mucho que aprender

Y en la Torá y el Tanaj encontramos, por ejemplo, Tehilim 65 que dice: El silencio es alabanza a ti, oh Eterno en Zión

En Proverbios Mishle 10:19 En una multitud de palabras, la transgresión no se evitará, y el que retiene sus labios es sabio..

Iyob 33:31-33 Marca bien, Job; Escúchame. Quédate quieto y hablaré. Si tienes palabras, contéstame; Habla, porque quiero justificarte. Si no, me escuchas; guarda silencio y te enseñaré sabiduría.

Y en los textos

Prké Avot (Ética de los padres) 1:17  «No he encontrado nada mejor para el cuerpo que el silencio».

También en Pirke Avot 3:17 Una valla protectora para la sabiduría es el silencio

Y el rabino Abraham Kuk dijo: «El silencio viene de las profundidades del alma y de las emociones que están más allá del discurso humano. Cuando la persona permanece en silencio, se forman mundos, las canciones se componen en las alturas de la santidad y una gran fuerza eleva todo nuestro ser».

No podemos, por último, dejar de mencionar la Amida o Shemoné Esre. Es la oración silenciosa judía por excelencia.

Cuando se está recitando en la sinagoga, se puede escuchar, a lo sumo, el cambio de página.

El silencio es el vértice de la oración.

Y su poder y conexión espiritual son inexplicables…

¡Qué podamos entonces apreciar el valor del silencio, es nuestro deseo en este momento, y veremos grandes cambios en nosotros y en nuestro entorno!

03 de Octubre de 2018 – 24 de Tishrei de 5779

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