El llanto de un rabino – relato del Talmud
Sucedió un día, cuando el rabino Yojanan Ben Zakai enfermó, todos sus alumnos, sin excepción, se apuraron en visitarlo.
Cuando él los vió, comenzó a llorar: el llanto del rabino fue un llanto de inicio repentino. Llanto agudo, penetrante y prolongado
Maestro, Rabeinu, Moreinu, Luz de Israel,Poderoso martillo, Pilar derecho, ¿Por qué lloras? ¿Por qué de esta manera?
El, pausadamente les contestó:
Si me estuvieran conduciendo hacia un juicio donde me voy a enfrentar con un rey de carne y sangre, que está hoy aquí, entre nosotros, y mañana en la tumba, en el caso que él se enojara conmigo, se que su enojo no será eterno…
Por otro lado, si él me condenara a prisión, igualmente ella no sería una prisión eterna, aunque mi castigo fuera de cadena perpetua…
Si por el contrario este rey me condenara a la muerte, esta pena no sería una muerte eterna…
Ya que yo, de alguna manera, podría apaciguarlo con palabras, convencerlo e incluso, si fuera posible, hasta sobornarlo con dinero y aún así… yo lloraría.
Y ahora que ustedes ven, que me están llevando ante el Rey de Reyes, ante el Santo de todos los Santos, El Eterno, El Todopoderoso, el que vive y perdura por siempre jamás, quien si se enojara conmigo, su enojo sería eterno, si me condujera a prisión, esta prisión sería para toda la eternidad, y si me llevara a la muerte, dicha muerte también sería eterna, aunque le demuestre como han sido todos mis actos y mis palabras y con ellos no pueda apaciguarlos; para con el cual no existen tesoros en el mundo con que poder sobornarlo ya que el es el dueño del oro y la plata, y gracias a ello seré conducido por una de las dos sendas que no conozco y no se por cual iré, sea la del Gan Eden o la del Gehinom, ¿Por qué no debería llorar?
Sus alumnos, temerosos, apesadumbrados por estas palabras le dijeron:
Maestro: ¡Bendícenos!
El rabino les contestó:
¡Sea la voluntad de HaShem, que sobre ustedes, esté siempre el temor del cielo, del mismo modo como los acompaña el temor de la carne y la sangre!
¡Que el temor del cielo sea igual al temor que ustedes tienen a los hombres!
¿Esa es toda la bendición?
¿No es acaso una bendición incompleta? Exclamaron sus discípulos, consternados.
Y el rabino les contestó:
¡Les deseo que ustedes alcancen el nivel que les estoy indicando en mi bendición!
¡Recuerden que cuando una persona falla, se equivoca o transgrede en privado, lo primero que murmura o piensa es: «ojalá nadie me vea»!
Y diciendo esas palabras el rabino continuó con sus instrucciones:
¡Aparten los utensilios de la casa, por la impureza que afecta a todo lo que se encuentra en ella, cuando hay un muerto!
Además,¡Preparen un asiento, un lugar especial, porque Jizkiahu, el Rey de Yehuda, ha llegado aquí para escoltarme!
22 de enero de 2018