¿Por que hablar de los agüeros y las adivinaciones?
Cada año que comienza, muchos de nosotros tenemos o hacemos planes que hemos tratado de meditar (usualmente) desde días antes del inicio de ese nuevo período: en dichos planes intervienen factores culturales, económicos, raciales; ellos son tan variados, a veces simples y en ocasiones complejos, pero pueden enumerarse desde la A hasta la Z y ellos, también por múltiples razones, solo quedan en intentos de los primeros días, como por ejemplo, un nuevo empleo, hacer dieta, dejar de fumar, cambiar de casa, etc.…
Ahora que ya ha pasado casi un mes del nuevo principio de año, muchos de nuestros nuevos propósitos ya han quedado archivados en nuestra mente y fueron “palabras que se llevó el viento”.
Por otro lado, al principio de cada año, también hacemos cuentas de cómo va a ser el tiempo durante los doce meses que vienen: lluvioso, seco, frio, etc.
Esto es algo que nos gusta a la mayoría de nosotros y nos hace “sentirnos felices”, porque estamos tratando de anticipar y predecir el futuro…
En hebreo, la palabra ATID, es la utilizamos para designar el futuro: sin embargo, lo que esta palabra nos quiere decir es, “lo que esta preparado y no ha sido revelado aún”.
Cuando Adonai creo el mundo, comenzó proyectando una visión de la finalización y la perfección de todo el proceso creativo, tanto desde el punto de vista general, como en el más mínimo de sus detalles, y bajo esta visión se guiaron los hechos subsecuentes de la creación.
Todos estos detalles los encontramos en la Torá, cuando la miramos no desde un punto de vista plano, superficial, ni considerándola como solo “un libro de historia”.
Nosotros tenemos un patrón de comportamiento semejante al de Nuestro Creador: primero, visualizamos un producto: lo llamamos de diferentes formas, pero al final, es “nuestra creación” puesto que por ella vamos a colocar todas nuestras fuerzas para lograr ese objetivo: para dar un ejemplo de lo ya citado, el adquirir un nuevo automóvil; posteriormente, es que tratamos de llevarlo a cabo, desde el punto de vista físico; el problema está en, que muchas veces, como mencionamos al principio, “nos quedamos en el intento”.
El Todopoderoso sin embargo, preparó al mundo con un futuro que ya se sabía desde antes del inicio: esto lo sustentamos en la frase que encontramos en Bamidbar / Números 23:19-20 que dice:
No es Adonai un hombre, para mentir, ni hijo de hombre, para volverse atrás. ¿Es que él dice y no hace, habla y no lo mantiene? He aquí que me ha tocado bendecir; bendeciré y no me retractaré.
God is not a man that He should lie; neither the son of man, that He should repent: when He hath said, will He not do it? or when He hath spoken, will He not make it good? Behold, I am bidden to bless; and when He hath blessed, I cannot call it back.
Lo ish El viyjazev uben Adam veyitnejam hahu amar velo yaase vediber velo yikaymena. Hine barej lakajti u berej velo ashibena
Estas palabras, como muchas otras que se encuentran a lo largo y ancho de la Torá y el Tanaj, nos estarían hablando de un “oscuro y triste destino”, puesto que al estudiar esta palabra, parece que no hubiera sino un sólo e inevitable final, con un camino lleno de tribulaciones, adversidades, dolor, agobio y sufrimiento: con ello debíamos preguntarnos, y seguramente muchos lo han hecho y lo seguirán haciendo:
¿Por qué creo Adonai un mundo lleno de adversidad?
La respuesta también se encuentra en la Torá y el ejemplo más clásico es Abraham, tzadik, quien tuvo que superar no una, sino muchas adversidades: diez de ellas bastante complejas, y al sobrellevarlas, recibió el título de “amado de Adonai” y “quien camino delante de Adonai”:
¿Qué se quiere decir con ello? Que HaKadosh baruj Hu (El Santo Bendito sea Su Nombre), nos pone a prueba solo de acuerdo con nuestra capacidad de sobrellevarlas y superarlas, de la misma manera como un maestro que premia estimula, conseja y castiga a sus estudiantes según su forma de asimilar los conocimientos y el interés que adquiere para aprender, o de la misma manera como el lino, cuando es procesado, las fibras son sometidas a fuertes golpes y solo las de alta calidad y carácter excepcional, pasan a conformar el tejido.
Contamos con herramientas que el mundo “moderno” nos brinda y nos invita a utilizar, como horóscopos, consejería sicológica, tarot, parapsicología, nueva era, yoga, los cuales son métodos que nos ensenan a que fluyan los miedos, pesares, angustias, iras, incomprensiones, tristezas, depresiones, y nos entregan también oportunidades para cambiar, ser pacientes, tener energía positiva, darnos disciplina y orden, crecer en el grupo de amistades y laboralmente: gracias a ellas, muchos de nosotros logramos los “cambios necesarios” para superar las dificultades y por ello es que repetidamente volvemos a consultarlas, cada vez que tropezamos o flaqueamos: incluso, también, para poder proyectarnos hacia un mejor futuro “para nosotros y para nuestros hijos”.
La Torá nos advirtió, desde épocas muy remotas, a no confiar en este tipo de practicas haciéndonos varias advertencias en contra de la idolatría en cualquiera de sus formas y ello lo encontramos, por ejemplo en el libro de Devarim / Deuteronomio en todo el capitulo 4, porque Adonai conoce todos los actos y pensamientos de cada ser humano y sabe que estamos en capacidad de escoger:
Maimónides en el libro de los 13 principios de la Fe, nos recuerda el hecho que Hashem nos conoce:
Usualmente, en nuestras oraciones (tefilot) solemos repetir: “Yo creo con fe absoluta que Adonai conoce todos los actos y pensamientos del ser humano”, pero, gracias al “libre albedrio” nos dirigimos hacia las medidas enunciadas anteriormente; también contamos con herramientas como la fe, el conocimiento de Adonai y Su Palabra a través de una Torá que “nos es revelada nuevamente cada día” .
A través de la fe, de manera usualmente inconsciente, aprendemos que El Altísimo es el único amo del Universo y nos dirige con bondad, a través de los problemas, hacia ese destino de paz, serenidad y calma que tanto ansiamos.
El conocimiento que adquirimos de Adonai, nos enseña a liberarnos de la ira, los resentimientos, la depresión y la ansiedad, porque todo el es bondad, amor y dulzura, es un Señor generoso, caritativo, que ama cada detalle de Su Creación y sólo desea lo mejor para cada una de sus criaturas: que como Padre tiene que dirigir y en ocasiones reprimir, pero que ha prometido las bendiciones “hasta que sobreabunden” a todo aquel que obedece sus principios: es decir, sus Mitzvot, jukim y mishpatím, aunque a algunos de ellos no le podamos entender el porque, el motivo ni la razón, porque el entendimiento del hombre, muchas veces es muy limitado.
La Torá es la herramienta que tenemos para dirigir nuestros pasos: ella nos deja una nueva enseñanza cada día, a través del transcurrir del tiempo, porque ella interactúa con nosotros, cuando la dejamos de observar como un “simple libro de historia”, de la misma manera como lo ha hecho con nuestros antepasados a través de los siglos y lo continuara haciendo hasta la pronta llegada del Mashíaj.
La Torá es nuestra conexión hacia Nuestro Creador, de la misma manera como una bombilla necesita de la corriente eléctrica para iluminar: solamente que a través de la fe, dejamos encendido el interruptor para que la energía fluya de una manera constante.
Por lo tanto, y a pesar de las dificultades, de que como esta escrito en el libro de Tehilim / Salmos que dice que
“Los pasos del hombre están establecidos por El Creador y es su senda (del hombre) la que El desea”, queriéndonos decir esto que a pesar de haber un solo resultado final, la elección esta en nuestras manos de si pasamos o no por nuestro camino a través de la frustración y la incomodidad, o a través de la alegría y la satisfacción, sin desperdicio de energías, sin esfuerzos, en un sendero pavimentado (una autopista de rápido y fácil fluir) y no una trocha llena de obstáculos y malezas.
Adonai quiere que le conozcamos, que retornemos a El, que seamos redimidos, que nos entreguemos “con todas nuestras fuerzas”, omitiendo lo malo y dejándolo a El “en todos nuestros caminos y en todas nuestras acciones” y que nuestros deseos estén alineados tanto física como espiritualmente con Sus Deseos y así no tengamos que recurrir sino a Su Voluntad, desde el principio al fin del año, desde el principio al fin de nuestras vidas en este mundo y en el Olám habá.
Por lo tanto, por más cábalas, agüeros, predicciones, anticipaciones que nos dediquemos a hacer, el mejor consejo es, dedicarse al Servicio al Eterno, quien es el que, a pesar de las tribulaciones, siempre nos tiene recompensas para todas nuestras acciones, que van a ser más duraderas que nuestros propósitos de “dejar de fumar, comprar auto nuevo, etc.”
No hay agüero que sirva, si no tiene la “aprobación” de Adonai: no hay cábala ni predestinación si ella no va con la “firma” de Nuestro Creador, y ella llegará, en Su Tiempo, porque Él, a través de Su Juicio y Su Bondad, nos la hará llegar, si confiamos sólo en Él. Y si no, miremos cuanto de lo que hemos “vaticinado” para nuestro futuro, se ha hecho realidad…
Artículo terminado de elaborar el 25 de octubre de 2011 – 27 de Tishrei de 5772
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